Vallenatos, amistad, paisajes caribeños y letras fueron algunos de los temas abordados durante la segunda edición de la Cátedra Gabriel García Márquez.
Ariel Castillo, docente de la Universidad del Atlántico y uno de los estudiosos más reconocidos de la literatura de Gabriel García Márquez, y Nelson Fredy Padilla, periodista y editor dominical del diario El Espectador, conversaron sobre las coincidencias, tanto en la vida como en sus mundos literarios, de Roberto Burgos Cantor y García Márquez.
Durante la conversación, que se dio en el marco de la segunda edición de la Cátedra Gabriel García Márquez de la Universidad Central, Castillo mencionó que los escritores eran dos hombres que veían en el ritmo una fuente de inspiración. Expresión que Padilla reafirmó:
“Gabo veía en el ritmo de los vallenatos un alivio absoluto y un acompañante en el momento en que dejaba caer sus letras en un papel, mientras que Burgos Cantor se emocionaba al escuchar el sonido de los párrafos al leerlos todos los días a las 5:00 a. m.”.
Pero además de la música, a estos escritores colombianos también los unía la amistad, una amistad que siempre tuvo como punto de referencia al hermano de García Márquez:
“Hablar de Eligio García Márquez en la historia de Burgos y Gabo es hacer referencia a la principal causa de la relación entre dos hombres con alma caribe, además de haber sido una inspiración para todos los amantes de la literatura colombiana en la década de 1990”, señaló Padilla.
En cuanto a la figura del maestro Burgos Cantor, Castillo destacó la capacidad que tenía para improvisar, incluso desde los 19 años, cuando hizo una reseña que fue salvaguardada por mucho tiempo por el propio Gabriel García Márquez; un texto en el que se involucraban temas como la inclusión de género o el arte como oficio.
Asimismo, Padilla se refirió al inicio de un ciclo que reunió novelas, cuentos, poesía y ensayos que representaron dignamente la literatura afrocolombiana, entre los que se encuentra La ceiba de la memoria (2006), la novela más representativa en la carrera de Burgos; esto, debido a su notable documentación de la Cartagena del siglo XVII, sobre la esclavitud de una sociedad colonizada.
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Recordaba aquellos momentos que conectaban directamente con Gabo y Burgos: “cuando invitaba al maestro Roberto a unas charlas en la Universidad La Sabana para los estudiantes de Narrativa Literaria, él me decía que de García Márquez aprendió que para ser escritor se tenía que apropiar de la terquedad y la obstinación”.
A través de la mayoría de sus obras, el nobel colombiano resaltaba el concepto de realidad en cada una de sus páginas, y algunos rumores apuntan a que Barranquilla hizo que Gabo cambiara su forma de escribir.
“El alma caribeña de Gabo permitía que su literatura fuera asumida como el único modelo posible para expresar la realidad colombiana”, aseguró Castillo.
Dicha referencia, hace sentido con el consejo que Padilla, inspirado por García Márquez, les da a sus estudiantes:
“No les pido a mis estudiantes que escriban como Burgos Cantor o como Gabo, les pido que entiendan la forma en la que ellos lo hacían, a través de su comprensión con la realidad de Colombia y la condición humana; eso no les asegurará ser mejores escritores, pero sí mejores personas”, afirmó.
“Hay que asumir la literatura como una vocación totalizadora”, añadió Castillo, esta noción es el legado más grande que pudo haber dejado Gabo para todos los amantes de la literatura colombiana.
La Cátedra Gabriel García Márquez se celebra cada 6 de marzo —en homenaje al natalicio del nobel en 1927— para mantener intacto su recuerdo. En esta edición, la conmemoración incluyó al desaparecido maestro Roberto Burgos Cantor.
Esta jornada, realizada por el Departamento de Creación Literaria, contó con la participación de Rafael Santos Calderón, rector de la U. Central; Nina Cabra, decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Arte y Dora Bernal de Burgos y Alejandro Burgos.
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