Este reconocimiento se da tras la investigación que hace Diana Cortés sobre los hábitos de consumo del contenido audiovisual en Colombia
La profesora Diana Cortés del programa de Cine de la Universidad Central, ganó la convocatoria “Residencia de investigación en el Observatorio de Culturas” de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, con el proyecto de investigación Caracterización de los hábitos de consumo de las copias audiovisuales legales e ilegales de la población fija y flotante de la zona céntrica de Bogotá.
El objetivo de la investigación, de acuerdo con la docente, es caracterizar los hábitos de consumo que la población fija y flotante del centro de Bogotá hacen de las copias audiovisuales legales e ilegales. Por ejemplo, en la Universidad Central existe el Cine Club que es gratuito, en otros espacios cercanos al campus está la Cinemateca de Bogotá, o la sala de cine El Embajador donde la boleta cuesta $6.000 u $8.000. También, muy cerca encontramos comercios de copias digitales de películas y series tanto originales como piratas. De mirar esa variada oferta surge una de las preguntas base existentes: ¿cómo es el hábito de adquisición de la película del público?, entendemos que está atravesado por el deseo de consumir pero también puede implicar el conocimiento de las dinámicas propias de una práctica cultural, ir a cine.
En entrevista para Noticentral, la profesora Diana Cortés contó cómo fue su experiencia con el proyecto de investigación con el que obtuvo este reconocimiento:
Noticentral (NC.): ¿A qué hace alución el nombre del proyecto?
Diana Cortés (D.C.): El nombre del proyecto tiene varias partes que se van uniendo para hacer muy detallado el objetivo de la investigación. Al hablar de la población fija y flotante del centro de Bogotá hago referencia a las personas que viven en la zona y las personas que trabajan o vienen al centro a estudiar, “pasar el rato” o hacer compras. Además, dentro del nombre, se mencionan también las copias audiovisuales que se compran de forma legal o ilegal. Por ejemplo, cuando uno va a una sala de cine o a la Cinemateca y paga una boleta, en ese momento, está accediendo a la reproducción de una copia legal de una película, es decir, compra una copia legal; en contraste con esto, vemos también que en los andenes de Colombia, particularmente del centro de la capital, se ubican una serie de vendedores informales de películas, series, libros y música ilegal.
Se supondría que hoy en día con el acceso a Internet no se compra material audiovisual pirata, sin embargo, todavía existe una amplia oferta de este y, así mismo, una gran cantidad de compradores.
NC.: ¿Por qué se accede a este material audiovisual pirata?
D.C.: Así como se accede a este contenido por recreación, existen situaciones donde en clase o para algún proyecto educativo se requiere ver un documental o una película de un tema específico, sin embargo, no es de fácil acceso o no se encuentra por ningún lado, ni en canales o archivos oficiales, tampoco está disponible en ninguna plataforma de streaming, entonces, ante esa situación, se recurre a otro tipo de acceso muy convencional que de forma regular se ubica en el centro de Bogotá y es acercarse a hablar con un “pirata”, quien se encarga de conseguir el producto audiovisual. Entonces, acceder a la compra de audiovisuales pirata se convierte en un hábito de consumo más eficaz y puntual.
NC.: ¿Es fácil rastrear este tipo de consumo ilegal?
D.C.: Es difícil rastrearlo porque hace paarte de la economía que está en la sombra, no es solamente el pirateo de material audiovisual, sino que es muchísimo más grande. Ahí está, por ejemplo, el comercio ilegal de drogas que se mueve de una forma en la que la legalidad no lo alcanza a atrapar. Entonces casi que podríamos pensar en este tipo de comercio como un animal muy escurridizo que se escapa del asir de la Policía y de los entes de control.
NC.: ¿Cómo fue el proceso de desarrollo del proyecto?
D.C.: Las preguntas de investigación iniciaron desde 2016 cuando empecé a trabajar en la Universidad Central. Aquí había coordinadores de investigación, yo fui una y comencé a desarrollar un proyecto que se llamó Caracterización del Consumidor Colombiano de Cine Nacional (4CN), al cual se fueron vinculando otras profesoras como Julieth Ospina, del programa de Publicidad, y Ailin Torregrosa, del programa de Comunicación Social y Periodismo. Con ellas nos dimos cuenta que el problema de investigación que yo había imaginado estaba desbordado para lo que alcanzaríamos a hacer en un año, por lo que decidimos indagar cómo las diferentes poblaciones en Colombia percibían las películas colombianas centrándonos en el gusto, un factor que define por qué vemos o no una película y cómo ésto incide en la decisión de compra. La pregunta por la compra de audiovisuales pirateados quedó por investigar.
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NC.: ¿Por qué se tomó la decisión de participar en esta convocatoria?
D.C.: El Observatorio de Culturas es bastante nuevo y no se enfoca en el arte sino en la cultura, y la cultura está en todo, desde la forma en la que nos relacionamos con la gente, hasta la manera cómo decidimos hacer edificios o vías. En ese orden de ideas, el Observatorio de Culturas tiene varias líneas de acción, una de ellas es indagar acerca de cómo los transeúntes están interactuando con la ciudad; cuando yo vi esa convocatoria dije “es perfecta para darle respuesta a la pregunta de investigación que venía manejando sobre piratería”.
NC.: Cómo investigadora, ¿qué obtiene de este estímulo?
D.C.: El Observatorio de Culturas ofrece una beca de residencia de investigación, espacio en el que se puede acceder a un banco de información amplio en el que se incluyen datos específicos de las entidadesd públicas distritales, con los cuales se puede extraer una primera parte más concreta y específica de la caraterización del público consumidor que accede a copias audiovisuales legales: el nicho de mercado, edades promedio, ubicación geográfica y muchas más características con las que se puede segementar la población. Esta información sirve para comenzar la primera parte de la investigación.
Hay un derecho que tenemos los seres humanos de poder acceder a la información (música, películas, documentales o libros) y cuando hay una dificultad de acceso buscas la forma de conseguirlo así sea de forma ilegal.
NC.: Desde el momento en que se planteó la investigación hasta que se culminó ¿Qué cambió en el contexto?
D.C.: Después de seis años de haber realizado el primer proceso de investigación volví a contactarme con los pirats - vendedores informales y me encuentro con que aún hoy se comercializan DVD´s. Y llegué a cuestionarme: ¿si en la actualidad hay plataformas de servicio streaming, por qué alguien compraría un DVD? La respuesta podría ser la siguiente: yo tengo internet, pero mi banda ancha y mi conocimiento es poco para poder acceder a los torrents (archivos pequeños con contenido que se quiere descargar) o a la web que me permitiría bajar contenidos ilegales o, por ejemplo, yo tengo un computador pero no tiene ni la capacidad de almacenamiento ni el internet suficiente para poder hacer la descarga de este tipo de material, entonces es allí cuando accedo a un tercero, compro la película o serie ya descargada y la puedo ver en el equipo que tengo las veces que quiera, sin esfuerzo, ni costos adicionales.
NC.: ¿Se podría decir que los vendedores informales están culturizados dentro del espectro cinematográfico?
D.C.: Se tiene un imaginario de que todos los vendedores informales no tienen un rango cultural muy amplio, pero cuando uno va a entrar a revisar este espectro audiovisual, se puede identificar que ellos realmente están muy nutridos de cultura, porque su trabajo lo lo exige; además porque si se va a vender una copia y se quiere que el comprador vuelva, el vendedor debe asegurar un nivel de calidad y para revisar que su producto cumpla con este, lo tiene que ver y eso va configurando también un gusto sobre las películas.
NC.: ¿Qué aporta la U. Central en este investigación?
D.C.: La Universidad fue importante para esta investigación porque para poderme presentar a la convocatoria tenía que demostrar que pertenezco a un grupo de investigación universitario, en este caso, Sandra Ruiz, la directora del programa de Cine, me dio una carta en la que certificaba que yo pertenezco al grupo Caleidoscopia de la Escuela de Artes de la Universidad Central.
Investigar es muy bonito y muy contundente. En este caso, fue un esfuerzo grande para llegar allá porque es un proyecto que se planteó en 15 días, algo complejo, pero con un resultado satisfactorio.
Felicitamos a la profesora Diana Cortés por el reconocimiento que recibió y por promover la investigación en el campo de la cultura y las artes.
Vanessa Martínez Tavera
Máster Central
Bogotá, D. C., 28 de julio de 2023
Imágenes: Máster Com