Ingenieros, arquitectos y científicos, con la asesoría de casi 20 directores de teatro, convirtieron el antiguo escenario en un espacio polivalente
El pasado 3 de abril, la Universidad Central inició la conmemoración de los 100 años de existencia del Faenza-Teatro de la Paz y en este 2024 se cumplieron 20 años del comienzo de las labores de restauración con las que se recuperó este monumento arquitectónico bogotano.
Al frente de este trabajo estuvo la arquitecta Claudia Hernández, egresada de la Universidad La Gran Colombia y con maestría en restauración de monumentos arquitectónicos de la Universidad Javeriana.
Durante los siete años que duró la restauración se enfrentó a múltiples retos junto a un equipo que en ocasiones contó con más de 100 personas, la mayoría de ellas mujeres.
En Noticentral hablamos con ella de lo que significó esta experiencia y averiguamos cuál será el futuro de este espacio tan importante como querido por los capitalinos.
Noticentral: ¿Cuáles fueron las primeras dificultades que encontró en el momento de la restauración del Teatro Faenza?
Claudia Hernández: Creo que más que dificultades eran procesos porque te encuentras todos los días con un problema, pero se soluciona a diario cuando uno llega a trabajar. Al iniciar todo básicamente encontramos un teatro que era una bodega de basura. La platea, la serie de sillas y todo lo que se puede apreciar hoy, nada de esto se reconocía en ese entonces. Cuando llegamos encontramos las paredes pintadas de café, los techos oscuros… realmente era una sala que en ese momento había dejado de ser triple x.
La primera parte investigativa la desarrollamos con un cuerpo técnico interdisciplinario conformado por ingenieros, arquitectos, restauradores y científicos. Logramos planear cómo sería la primera fase y comenzamos a hacer una investigación muy importante, donde encontramos las yeserías, la pintura mural, la carpintería y, en general, todos los elementos ornamentales. La primera dificultad que encontramos fue cómo lograr que un teatro con un estilo italiano muy clásico sirviera para todo, cómo lograr esa polivalencia. No era fácil reforzarlo estructuralmente sin afectar una pintura, un muro o la arquitectura, todo eso representó grandes retos.
NC: ¿Qué papel jugó la Universidad en ese proceso de restauración, más allá de lo que tiene que ver con el financiamiento?
CH: En todo ese trabajo hubo mucha pasión y eso marcó la calidad y los hallazgos que se dieron. También teníamos a una universidad que todo el tiempo nos estaba monitoreando, un rector (Guillermo Páramo Rocha) que se apasionaba con la labor de las restauradoras y admiraba lo que hacían.
La Universidad Central siempre quiso que la restauración apuntara a un teatro polivalente, abierto y presto a cualquier tipo de evento. Tuvimos que cambiar el chip porque como arquitectos restauradores somos conservadores. Entonces trajimos aquí a la platea a casi 20 directores de teatro para que nos ayudaran a pensar qué era lo que debía ser este recinto.
NC: ¿Hubo algo que definitivamente no se pudo recuperar durante el proceso de restauración?
CH: Creo que recuperamos la mayor cantidad de elementos: el fondo de orquesta, la tramoya, los palcos de avance, la cubierta que es bellísima y que se puede ver si se sube al café. Considero que en el proyecto urbano lo que sí se perdió fue la plazoleta lateral. Eso no sé si se va a hacer, pero en cuanto a la filigrana del proyecto logramos rescatar bastante.
NC: En diferentes declaraciones usted ha mencionado que en el proceso de restauración participaron sobre todo mujeres, ¿hubo alguna razón para que así fuera?
CH: No hubo ninguna razón en especial. Creo que fue coyuntural que llegaran mujeres del medio. Aquí había mucho rigor de trabajo, un rigor absurdo, éramos muy ‘ñoñas’ y realmente hubo una gran resistencia y un trabajo aguerrido por parte de estas chicas.
En los hombres comenzó a generarse como un susto de venir a trabajar acá y no duraban mucho (risas). Hubo un momento en el que ellos eran nuestros operarios, entonces nos tocó volvernos más fuertes porque realmente hay una fortaleza mayor cuando tú no tienes un soporte, pero también había más atención al detalle.
NC: Finalmente, cuéntenos cuál es esa obra soñada que le gustaría ver en este espacio después de haber participado en la restauración del teatro.
CH: Hay muchas. Por ejemplo, todas las que son de teatro contemporáneo en el que se usan máscaras y que permite que uses todo el espacio, sobre todo el centro del escenario que me parece superinteresante. Tenemos una tramoya, un alto de boca que son espacios interesantes, pero tener teatro contemporáneo de gran alcance, aquel que te llena el espacio, es el más adecuado para este lugar. En el Faenza el espacio es muy colaborativo, pienso que es donde más se puede aprovechar el teatro.
¿Qué viene para el Faenza?
Durante la conmemoración de los 100 años del Faenza, la rectora de la Universidad Central, Paula Andrea López López, indicó que la Institución tiene entre sus planes continuar con la restauración de esta histórica edificación, aunque esto tomará tiempo.
“No hemos avanzado aún en la fase dos de la restauración que se requiere, pero sí hay una apuesta permanente, no solo por este teatro, sino también por el Teatro México y por el Teatro de Bogotá, que son nuestros espacios de desarrollo natural y académico, por ejemplo, para nuestra Escuela de Artes”, explicó.
La rectora aseguró que, debido a la difícil situación enfrentada tanto por la Universidad Central como por las demás universidades privadas del país luego de la pandemia, ve muy difícil que esa segunda fase de adecuaciones se lleve a cabo en los próximos años.
“Vienen retos de mucha naturaleza y ha habido dificultades, pero es claro que vamos a mantener este espacio. Ojalá que podamos mejorar las condiciones. No vamos a retroceder en lo que se ha logrado hasta el momento, eso es una decisión institucional. Sabemos lo que falta y que deberíamos hacer mucho más con el teatro”, indicó.