Colombia es un país privilegiado por su biodiversidad, por ende, es fundamental su compromiso con la protección de sus especies y ecosistemas.
El territorio continental de Colombia cuenta con cerca del 52 % de su superficie cubierta de bosques naturales, es decir, casi 60 millones de hectáreas y tiene el 6 % de toda la Amazonía, una de las zonas del planeta más afectadas por la deforestación, que corresponde al 44 % del territorio del país. Según la Fundación Gaia Amazonas, desde 2018 se han deforestado 383.910 hectáreas en la Amazonía colombiana y, en los últimos 34 años, se han talado 1.4 millones de hectáreas de bosque en todo el territorio nacional.
Noticentral conversó con Aida Wilches, profesora del programa de Biología, quien comparte un análisis sobre la situación actual de los árboles en el país.
“Se trata de una problemática realmente preocupante pues los bosques amazónicos no son recuperables, en los años venideros, ni en el corto y mediano plazo. Los efectos negativos para los ecosistemas son acumulativos, lo cual es un claro motivo de alarma para toda la comunidad científica, pero también debería serlo para los mandatarios locales, nacionales y mundiales; ya que es un problema que no solo afecta a los colombianos sino que impacta a la humanidad entera”, señala la profesora Wilches.
Regiones con más deforestación
Las regiones amazónicas -los departamentos de Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés y Amazonas- son las más afectadas por la deforestación; sin embargo, el fenómeno también se presenta en otros departamentos como Atlántico, Cundinamarca y Chocó, con unas altas tasas de deforestación en los últimos años.
Factores que motivan la deforestación
Las causas de la deforestación en Colombia son históricas y diversas, se remontan al siglo XVI, cuando se introdujo la ganadería en el país. Luego llegaron los auges de explotación de productos de la selva, la devastadora fiebre del caucho, el cultivo de la palma africana, entre otros.
Al día de hoy, la ganadería extensiva ha sido un renglón de crecimiento económico que no ha parado y que está directamente relacionado con los procesos de deforestación, se sigue tumbando selva para sembrar pastos que alimenten reses. Esto está ligado al fenómeno de acaparamiento de tierras, algunas personas se adueñan de grandes extensiones de tierra para luego negociarlas.
En los años 70 del siglo XX empezó el boom de la palma africana, de la cual se extrae aceite, por lo que este cultivo ha tenido un crecimiento exponencial en el país, hecho ligado a la realidad socioeconómica de las regiones donde se cultiva, donde otras labores de la tierra no son suficientemente rentables para las familias campesinas por lo cual se ven abocadas a elegir esta siembra para alcanzar un mejor nivel de vida.
La problemática está atada a otras variables que trascienden lo ambiental, responde a un trasfondo socioeconómico que incide en la proliferación de la tala de bosques. Si bien se trata de las regiones más biodiversas del planeta, no podemos olvidar que son las más olvidadas. Los asentamientos humanos que habitan estos territorios se ven obligados a utilizar los recursos que provienen directamente del bosque para sobrevivir, como negociar con la madera, que es propiedad del Estado y de la humanidad, a pesar de recibir muy poco dinero por árboles de más de 100 años de edad.
Asimismo, el conflicto armado ha puesto en vilo miles de hectáreas de bosque, que se talan para cultivos de uso ilícito. Después de la firma del Acuerdo de paz, con la salida de miembros del grupo armado de diferentes territorios, no hubo un proceso de ocupación de dichas tierras por parte del Estado, las cuales continúan sin protección.
La extracción de recursos minerales es otra razón que alimenta la problemática. Colombia es un país rico en oro, una de las causas de la deforestación del Chocó. El Estado debe combatir la minería ilegal, tomando control de las zonas y estimulando otras posibilidades para el sostenimiento económico de estas poblaciones.
Implicaciones de la deforestación
Son varias las consecuencias negativas de la deforestación. Se avizoran cambios climáticos imprevisibles, pasaremos por fuertísimas temporadas de lluvias y los suelos serán incapaces de sostener la gran cantidad de humedad que libera la atmósfera. Cuando las lluvias son torrenciales y no hay una capa de suelo fuerte capaz de contener grandes volúmenes de agua, se presentan inundaciones, desbordamiento de ríos, afectaciones a las comunidades y tragedias humanas.
La biodiversidad, en términos de ecosistemas y especies, es lo único que le permitirá a los seres humanos ser resilientes a los efectos del cambio climático. Por lo tanto, se debe ver la biodiversidad en términos estratégicos, como el único garante para la sobrevivencia.
Los árboles quitan el CO2 de la atmósfera y lo fijan en términos de biomasa; las frutas que consumimos son moléculas de carbono transformadas en carbohidratos, eso es lo que hacen las plantas y por eso son necesarias para la especie humana. Al presentarse una disminución de especies vegetales, los ecosistemas pierden su capacidad para capturar el CO2. Por ende, a menos árboles y más industrias, el riesgo del planeta aumenta exponencialmente.
Recientemente el gobierno de Brasil abrió las puertas a la explotación y la tala masiva de sus bosques amazónicos, lo cual es un riesgo para la humanidad, pues esta selva condensa grandes cantidades de masa húmeda, y sus vientos son los que garantizan que haya humedad en otros continentes. Si esas corrientes empiezan a cambiar se crea un grave desbalance en los ecosistemas del planeta.
Acciones para disminuir la deforestación
Es importante tener en cuenta que las zonas más biodiversas del mundo han sido habitadas históricamente por indígenas. Por lo tanto, las políticas públicas orientadas a disminuir la deforestación deben involucrar a las comunidades, capacitándolas para usar los recursos naturales de manera sostenible, ya que ellos también son actores relevantes en la protección del medio ambiente. Existen buenas prácticas al respecto, casos exitosos en donde, con acompañamiento estatal, los grupos humanos han explotado la selva para su sostenimiento de manera amigable con el entorno.
Colombia está en mora de legislar para que la tala indiscriminada de árboles se prohíba y se condene a quienes la efectúan. También se deben ampliar las áreas reservadas, proteger los parques nacionales y detener la expedición de licencias de explotación en zonas biodiversas. Como sociedad, estamos llamados a proteger nuestros recursos naturales. Ser un país altamente diverso, más que orgullo, debe generar un gran compromiso con la preservación de esta riqueza.