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Ejercicio y alcohol: choque frontal de trenes

El consumo de alcohol va en contravía de los estilos de vida saludables de las personas que dedican parte de su tiempo a realizar ejercicio. Te contamos por qué.

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Al revisar textos relativos a temáticas deportivas y al entrenamiento, tanto a nivel recreativo como competitivo, se evidencia que al alcohol se le ha atribuido una responsabilidad grande en lo que tiene que ver con su incidencia e influencia negativas sobre el rendimiento físico y sobre la consecución de réditos elevados dentro del colectivo que se ejercita con cierta asiduidad.

Es lógico aseverar que hábitos poco saludables como la ingesta elevada de azúcar y de comidas poco saludables, el llevar una vida en extremo sedentaria y por su puesto el consumo desmedido de alcohol son factores que van en contravía de los estilos de vida saludables que deberían llevar las personas que dedican parte de su tiempo a realizar ejercicio.

No cabe la menor duda de que el alcohol es una sustancia que produce en el organismo grandes trastornos y hasta puede calificársele de veneno y producto tóxico para el cuerpo, debido a que nos deshidrata y sustrae de nuestro cuerpo valiosas cantidades de líquido y agua, así como también altera nuestro estado mental y conciencia.

Definitivamente el alcohol no debería estar relacionado de ninguna forma con las poblaciones que pretendemos llevar una vida saludable. Es por esto que como deportistas no es lógico ni coherente, acaso contemplar la posibilidad dentro de nuestro entendimiento, como seres pensantes, de ingerir cantidades desproporcionadas de este líquido elemento.

La ingesta de alcohol es un factor que tarde o temprano alterará el orden en nuestra práctica deportiva diaria, es algo que riñe con el desarrollo de los buenos hábitos físicos y que muy seguramente desacelerará el progreso por el que tan arduamente luchamos en nuestros entrenamientos diarios. 

Con todo esto no pretendo restarle importancia a otros factores que marcan igualmente pautas desfavorables para nuestro avance en este ámbito, tales como los mencionados inicialmente: el sedentarismo y el consumo de azúcar elevada que también frenan nuestra eficiencia metabólica y alteran el rendimiento.

A pesar de todo, es importante precisar que todos los organismos somos diferentes y las formas en que el alcohol actúa también varían en función de aspectos como el sexo, la constitución corporal y el estado físico, pero además, la respuesta de nuestro cuerpo al alcohol obedece a otros factores como la hora de ingesta, el grado de saciedad, la capacidad individual de tolerancia y absorción y la velocidad de eliminación de sustancias tóxicas, todos estos son elementos condicionantes que determinarán en cada persona la manera en que el cuerpo sufrirá efectos y daños por el consumo de licor.

En teoría, según las entidades de salud que regulan y determinan qué cantidad de alcohol no genera efectos nocivos para el hombre, se ha establecido que un consumo inocuo de alcohol es de aproximadamente 20 gramos cada tercer día, pero aquí vale la pena anotar que tal cantidad de ingesta de trago no es inevitablemente inofensiva, debido a que este valor teórico que no afecta a algunas personas, bien podría generar efectos dañinos, en otras, en la práctica.

Según el Dr. Alvarez Sánchez, miembro honoris causa del programa nacional de prevención de alcoholismo de Buenos Aires:

También es conveniente resaltar que el alcohol tiene propiedades diuréticas, las que generan irremediablemente deshidratación en los individuos que practican deporte; cuando se ingiere licor el cuerpo tiende a perder mucho líquido y con esta perdida incluso decrecen los niveles de vitaminas y minerales como el calcio, fósforo, magnesio y potasio, que desempeñan un papel importantísimo en los mecanismos de contracción muscular que generan el movimiento en el organismo

La rapidez en la absorción del licor a través de los sistemas corporales, produce un impacto adverso en el metabolismo, generando la imposibilidad de quemar grasa eficientemente y en consecuencia se presenta un aumento de peso corporal proveniente del tejido adiposo.

Igualmente, la degradación de las proteínas, es otro de los efectos perjudiciales que causa el consumo de alcohol, porque conduce a la disminución de la masa muscular magra del cuerpo humano, al ser esta uno de los tejidos corporales, cuya estructura celular está constituida principalmente de agua. 

En resumen, valdría la pena plantearse si todo el sacrificio, sudor y empeño puesto en nuestros entrenamientos, merece la pena ser obstaculizado y relegado por un hábito tan poco saludable e inadecuado como el beber alcohol.

Hábito que mengua el rendimiento deportivo, reduce la fuerza y desnaturaliza la función muscular necesaria para tener un óptimo desempeño físico, además de alterar nuestra función metabólica, produciendo un desequilibrio caracterizado por la reducción de la masa muscular y el incremento de la grasa corporal.

Francisco Alejandro Ayure Aguilar
Entrenador del Gimnasio UC
Departamento de Bienestar Institucional
Bogotá, D. C., 24 de abril de 2020
Imágenes: Departamento de Bienestar Institucional
Última actualización: 2020-05-29 18:26