Las profesoras Mónica Peña y Rosmira Ruiz explican cómo esta estrategia cambiará la experiencia en el aula y mejorará los procesos educativos.
En artículos pasados hablamos con Ángela Nocua, directora del Centro de Excelencia Profesoral, para conocer en qué consiste la estrategia de equipos profesorales (EEP), y con Pilar Murcia, directora de Desarrollo Curricular, quien explicó cómo se articula esta apuesta con el Plan de Curso(EEP). En esta oportunidad conversamos con las profesoras Mónica Peña Campos y Rosmira Ruiz García para conocer las primeras visiones sobre esta iniciativa desde la comunidad docente.
Integración de la comunidad docente
Uno de los principales propósitos que persigue la estrategia es el trabajo colaborativo entre docentes unicentralistas, y en eso coincide la profesora Peña Campos, de la Escuela de Comunicación Estratégica y Publicidad, quien considera que esta integración no solo consiste en saberes comunes, sino también en un diálogo desde la academia. “La estrategia nos convoca a ser más integrales y a conocernos con otras áreas de la Universidad. Desde el punto de vista académico, esos espacios de discusión y diálogo son muy importantes”, señala Peña.
De otro lado, la profesora Ruiz García, de la Facultad de Ciencias Empresariales y Jurídicas, cree que un cambio fundamental se centra en que los profesores no estarán solos en el diseño de las clases y podrán compartir saberes, opiniones o actualizaciones respecto a los contenidos de los cursos. Este trabajo mancomunado permitirá que haya retroalimentación frecuente sobre los procesos en el aula y la actualización constante sobre herramientas de aprendizaje.
El estudiante como eje
La docente Peña asegura que los cambios que viene implementando la Universidad responden a las necesidades de las nuevas generaciones. En especial, la EEP busca que, más que clases, los estudiantes vivan experiencias en el aula atractivas y más allá de obtener una calificación o entregar un trabajo.
En esta transformación, la profesora Ruiz García ve una de las mayores fortalezas de la iniciativa, ya que la labor docente no se centra en la evaluación como único criterio para medir el desempeño de un estudiante, sino que se enfoca en cómo lograr los resultados de aprendizaje esperado (RAE).
“Proponemos un seguimiento muy detallado para determinar cuáles fueron las razones por las que un estudiante no alcanzó estos objetivos. Los profesores pondrán su atención en el proceso de aprendizaje e idearán actividades y recursos para que dentro del aula o fuera de ella sus alumnos logren superar los RAE. Se trata de una responsabilidad compartida entre el docente y los estudiantes”, agrega.
Apertura al cambio
Finalmente, las dos profesoras resaltan la disposición que han mostrado sus colegas para asumir estos procesos de cambio y entenderlos como reformas que se han planteado incluso desde el Ministerio de Educación Nacional. Aunque en algunas ocasiones han surgido voces que indagan sobre la libertad de cátedra, Peña y Ruiz aseguran que esta estrategia garantiza un amplio margen para trabajar en el aula.
“Cada profesor tiene su forma de dictar clases y abordar los temas. Aunque hay procesos estandarizados porque hay proyectos y actividades por desarrollar, ese toque personal se mantiene. Es como enfrentarse a una receta de cocina, cada profesor tiene su ‘sazón’ que hace de su ‘plato’ algo único, lo mismo ocurre con la EEP”, agrega la profesora Mónica Peña.
Consolidar la comunidad profesoral tomará tiempo, pues se trata de una estrategia de largo aliento. El vicerrector académico, Óscar Herrera, asegura que se harán ajustes durante los años que requiera la implementación de la EEP en todos los programas.
“Tendremos unas construcciones curriculares para cada curso mucho más detalladas, diseñadas y discutidas, ya no por un único profesor, sino por un grupo que nutre ese diseño. En la medida en que evaluemos curricularmente cada uno de los cursos, veremos cuáles estrategias funcionan mejor, cuáles deben ser reformuladas y cómo mejoramos las prácticas pedagógicas”, explica Herrera.