Una nueva faceta en la restauración del Teatro Faenza lleva luz a la sala de este bien de interés cultural.
BELT, empresa familiar de Luis Beltrán, arquitecto y artista colombiano, cuyas obras pueden apreciarse en todo el mundo, estuvo a cargo del diseño y fabricación de las lámparas que hoy cuelgan desde el techo del Teatro y ofrecen una atmósfera cálida y sobrecogedora, en un recinto que guarda un pasado lúgubre y brillante a la vez.
Las lámparas, que pueden llegar a pesar hasta 180 kilogramos, están hechas de hierro forjado sólido, vidrio soplado industrial, fundiciones en aleaciones nobles y tubería Cold Rolled. Éstas se inspiran en la obra de arquitectos como el francés Héctor Guimard, representante principal del Art Nouveau, y del belga Víctor Horta, pionero del modernismo; así como en la Ópera Garnier y en Les Galeries Lafayette Haussmann, en París.
BELT ha creado piezas de arte en metal inspiradoras y únicas. Una de sus características más especiales es que son fabricadas a mano, de manera individual, con numerosas técnicas, algunas ancestrales, como la forja, la fundición y el repujado.
Luis Beltrán, el genio detrás de estas obras de arte, que estudió Arte y Escultura en L'Ecole des Beaux Arts y Diseño Urbano en L'école national des Ponts et Chausées de París, le concedió una entrevista a Noticentral, en la que habla sobre el proceso de diseño y fabricación de las lámparas, de su empresa y de los sitios en los que encuentra inspiración para su trabajo.
Noticentral: ¿Por qué decidió fabricar las lámparas del Teatro Faenza?, ¿este recinto tiene algún significado especial para usted?
Luis Beltrán: Participar en el proceso de restauración de esta preciosa obra arquitectónica fue un interesante reto para Claudia Hernández, la arquitecta restauradora. Fue ella quien me trajo de nuevo a participar en procesos de restauración, después de muchos años de no hacer proyectos de este tenor; el último que realicé en Colombia fue en el Capitolio Nacional, del cual conservo muy gratos recuerdos.
La del Faenza es una obra fascinante con una historia de la pompa a la decadencia, que renace gracias a un equipo profesional, meticuloso, conocedor, respetuoso y atrevido al mismo tiempo, cuyo propósito es el de llevar el Teatro a un nivel más alto del que tuvo cuando abrió sus puertas a principios del siglo XX. Nos sentimos muy orgullosos de formar parte de este importante proyecto para la conservación cultural, arquitectónica y artística de nuestro país.
N. C.: ¿En qué se inspiró para hacer los diseños?
L. B.: Diseñar las lámparas fue un reto para mí y para el equipo de BELT. La investigación partió de varios estilos americanos y europeos, entre ellos, de la obra de arquitectos como el francés Héctor Guimard, representante principal del Art Nouveau, y del belga Víctor Horta, pionero del modernismo.
También nos inspiramos en un recorrido visual de la Ópera Garnier, uno de los edificios representativos de París, y de Les Galeries Lafayette Haussmann, en esa misma ciudad. A partir de allí fueron surgiendo los trazos de estas piezas.
N. C.: ¿Puede describir el proceso de fabricación?
L. B.: Es complejo, ya que cada pieza que conforma las lámparas es fabricada de manera individual y totalmente a mano, partiendo de materiales crudos como varillas de hierro, láminas y metales reciclados para fundición, todos transformados en diferentes etapas.
Para ello, realizamos procesos de técnicas ancestrales como la forja, la fundición y el repujado. También involucramos moldes de arena, láminas planas repujadas a mano para hacerlas tridimensionales, y martillos tintineando para adelgazar y darle formas libres al metal.
N. C.: ¿Cuántas personas y de qué disciplinas estuvieron involucradas en el proceso?
L. B.: Estuvimos involucradas algo más de treinta personas entre artistas, dibujantes, diseñadores, desarrolladores de producto, fundidores, forjadores, repujadores, armadores, artesanos pintores, electricistas, alistadores, instaladores y personal de logística en general.
N. C.: ¿De qué están hechas las lámparas?
L. B.: De hierro forjado sólido, tubería Cold Rolled (laminación en frío), fundiciones en aleaciones nobles y vidrio soplado industrial.
N. C.: ¿Qué peso tienen?
L. B.: Los tamaños y los pesos varían. El peso oscila entre los 20 y los 180 kilos.
N. C.: ¿De dónde viene su pasión por la forja de piezas de arte en metal?
L. B.: El hierro es un metal precioso, así lo entendí la primera vez que caminé por las calles de París. Después, estudiando en la Escuela de Bellas Artes en la ciudad luz, descubrí que se dejaba moldear y esculpir en formas sin límites y que si se combinaba con otros elementos, espacios y técnicas, se convertiría en obras encantadoras y perennes. Al regresar a Colombia, a mi práctica como arquitecto y artista, el maridaje entre forja, arquitectura y arte fue inevitable.
N. C.: Su trabajo es reconocido en múltiples escenarios internacionales, además del Teatro Faenza en Bogotá, ¿en qué otros lugares se pueden apreciar sus obras?
L. B.: Prácticamente en las cuatro esquinas del mundo. América del Sur, el Caribe y América del Norte, Europa y Medio Oriente, entre otros. Como empresa tenemos una comercialización más fuerte en Florida y Nueva York, en Estados Unidos.
N. C.: ¿Cuál es su próximo reto?
L. B.: El reto de siempre es mantener vivo este arte milenario y seguirnos expresando en él. Nuestro próximo desafío es seguir creciendo en el mercado de ultra-lujo en el mundo.
Hoy tenemos en espera la restauración de un edificio en Washington que fue construido en 1914, un palacio en Arabia Saudita y un Templo religioso en Colombia, por nombrar algunos. Pero sobre todo, queremos estar presentes en las obras residenciales y comerciales más lujosas y seguir convirtiéndonos en una firma referente de arte y diseño en el mundo.