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"Llevé la bandera de la UC a la cumbre más alta de América"

Nelson Cortés, funcionario del Departamento de Tecnología Informática de la UC, conquistó la cumbre del Aconcagua, la montaña más alta del continente.

Nelson Cortés en la cumbre de Aconcagua

 

"Regresé el miércoles a la media noche y el jueves ya estaba aquí en la oficina. En realidad hago estas cosas porque siento que la Universidad hace parte de mí y yo hago parte de ella, es por eso que siempre que llego a la cima de una montaña no puede faltar la foto con la bandera de la UC".

Así comenzó su relato Nelson Cortés, un funcionario que ha estado vinculado a la Institución desde hace más de 20 años y que hace poco regresó de su última aventura: la conquista del Aconcagua, una montaña situada a 6.962 metros sobre el nivel del mar (msnm). Nelson le contó a Noticentral su más reciente hazaña.

La conquista del Aconcagua, un reto que nació en 2004  

Los andinistas siempre pensamos en una montaña más alta de la que hacemos. Fue así como la mañana siguiente de haber regresado de la cumbre del Cotopaxi (5.897 msnm) y el Chimborazo (6.268 msnm), la más alta de Ecuador, pensé que debía ponerme un reto aún más grande: ascender el Aconcagua, ubicada en Mendoza, Argentina. Sin embargo, esa aventura la logré muchos años después.  

En la Semana Santa de 2015, y tras un largo e intenso entrenamiento, decidí escalar el Ritacuba Blanco (El Cocuy). Aquel viaje lo realicé con un amigo que no tenía mucha experiencia, por lo que el reto de puntear todo el recorrido me llenó de confianza. Las fotos de esa cumbre las publiqué en Facebook y fue a través de ese medio –en mayo de ese año– que me contactó Julio Cardona, un gran amigo que conocí 15 años atrás pero con el que, por aquellas circunstancias de la vida, hacía mucho tiempo no tenía contacto.  

Fue él quien me propuso el reto y en junio de ese año nos volvimos a encontrar en un centro comercial del norte de Bogotá. Luego de un emotivo saludo, mi amigo me dijo: “iré con dos amigos a la cumbre del Aconcagua y quiero que vayas con nosotros”.  

Al mostrarme el documento del proyecto, vi con asombro que la ruta que mi amigo tenía era la "ruta directa glacial de los Polacos", algo que yo jamás imaginaba hacer. La emoción invadió mi cuerpo y mi mente, por lo que no dudé un solo segundo en aceptar el reto y desde ese día intensifiqué mi entrenamiento físico y piscológico.

Aconcagua
Tramo Horcones, ubicado a 2.950 msnm con una confluencia de 3.390 m. Tiempo estimado: 2 a 4 horas

 

Los problemas y las preocupaciones empiezan a surgir

Cuando llegó septiembre, me di cuenta de que había llegado el momento de dar la noticia en mi casa, hecho que provocó temores en mi familia. Luego, en noviembre, las cosas empezaron a complicarse, pues para esa época éramos cuatro las personas que íbamos a escalar la montaña. El primero en abandonar el grupo expresó problemas financieros. Esto nos obligó a pagar una multa, y, en diciembre, la esposa del tercer compañero tuvo una recaída de salud.

Terminamos viajando solo mi amigo de juventud y yo, por lo que el proyecto se convirtió en un reto mayor, pues ya era solamente una persona la que podía cuidar tu vida en caso de que surgiera algún problema.

Aconcagua 2
Campamento base: Plaza de Mulas, ubicado a 4.300 m

 

Inicia el viaje hacia lo más alto de América

Dejando atrás lo sucedido, Julio y yo viajamos en vuelos separados a Mendoza, Argentina, la noche del 1 de febrero de 2016. Cuando llegamos a esta ciudad nos hospedamos en un hotel tres estrellas, lugar en el que nos trataron como si nos hubieran conocido de toda la vida. Al otro día nos recogieron en una camioneta, en la que viajamos durante dos horas a un lugar llamado Penitentes. Allí tuvimos que pasar varios chequeos de logística y de salud con el fin de comprobar que estábamos en plenas condiciones para hacer el ascenso.

Fue así como en los primeros diez días hicimos un trabajo de aclimatación, que consistió en hacer caminatas de altura, y terminamos regresando al campamento base. El primer día caminamos cuatro horas, donde solo subimos aproximadamente 900 metros. Ese mismo día, nos devolvimos al campamento base, ubicado a 4.300 msnm, llamado Plaza de Mulas.  

Al siguiente día, subimos a una altura de 6.000 msnm, recorrido que nos tomó seis horas. "¿Lo hicieron en solamente seis horas? ¡Increíble! La gran mayoría de montañistas que viene al Aconcagua hace ese primer recorrido en ocho horas", nos dijeron los guardias del lugar, sorprendidos por nuestro tiempo del primer ascenso.  

Al cuarto día, Julio y yo volvimos a subir a los 6.000 m para portear el equipo, que en el montañismo significa cargarlo a cuestas y dejarlo a esa altura. Lo primero que llevamos fue comida y la carpa. Esa noche tuvimos que dormir ahí. Mi cuota para dormir era de 5.300 m, pero para esa oportunidad la subí a 6.000, por lo que en el transcurso de la noche, tanto mi amigo como yo, empezamos a presentar microsueños debido a la falta de oxígeno.  

Esa madrugada me desperté con un fuerte dolor de cabeza, que se apoderó de mí desde la noche anterior. Como en esas circunstancias no se puede tomar analgésicos, mi única opción fue tratar de convivir con el malestar.    

Al sexto día, aún a 6.000 msnm, bajamos al campamento base para tomar el último aire que nos llevaría definitivamente a la cumbre del Aconcagua, trayecto que teníamos planeado hacer en el décimo día de nuestra estadía. No obstante, al comprobar que no era en el décimo sino en el noveno día que los vientos pasaban a 35 kilómetros por hora, Julio y yo tuvimos que adelantarnos un día para iniciar el ascenso. En el octavo día, nos ubicamos en el campamento base (4.000 msnm), estudiamos de nuevo la ruta consultando documentos, fotografías y videos y empezamos el ataque de la montaña. A las 4:00 a.m. del noveno día, ya en nuestra primera parada, nos levantamos, cuadramos los equipos, desayunamos avena, pan y barras de cereal y, con las suficientes energías, despegamos a las 5:00 a.m. hacia la cima.

campamento Aconcagua
Ascenso al campamento base Plaza de Mulas, Campo Berlín a 5.930 m. Duración estimada: 6 a 8 horas.

 

¡Meta cumplida, la UC en lo más alto de América!

Tuvimos que hacer un traverso, es decir, un recorrido ascendente que no va en línea recta, para poder llegar al glacial y a las 8:30 a.m. iniciamos el ascenso a la cumbre. La primera dificultad que tuvimos fue construir el campamenteo de los 6.000 m en una pared que tenía una inclinación de 55 grados, pero cuando lo terminamos –muy cerca de la cima- tuvimos que escalar en una inclinación de unos 80 grados, por lo que cualquier movimiento en falso podía causarnos un accidente fatal.

Cuando faltaban casi 300 metros, la respiración empezó a dificultarse. Al concluir el recorrido del glacial, vimos unas huellas de una sola persona que había tomado la misma ruta en un pasado no muy lejano. Decidimos seguirlas y nos llevaron a uno de lo tres domos que teníamos que vencer para llegar a la cima. Vencimos los tres domos. A las 5:35 p.m., mi amigo Julio y yo vimos que, por fin, habíamos conquistado el gigante más poderoso del continente. Gritamos con tanta emoción: ¡Lo logramos, conquistamos el Aconcagua, estamos en la cumbre más alta de América!

Aconcagua 4
Pared glacial y cumbre, ubicada a 6.962 m.

 

En ese momento, que no duró más de media hora, pero que para nosotros fue casi eterno, nos acordamos de nuestras familias, de los sacrificios que habíamos hecho durante los últimos meses y de todas las personas que nos habían apoyado para lograr nuestra conquista. En lo personal, me acordé de mi familia y también de mis compañeros de la UC, que fueron mis cómplices y mi apoyo para que yo nunca perdiera las ganas de no rendirme nunca.

Hoy me doy cuenta de la hazaña que logré y no quiero dejar de agradecer a todas las personas que, día tras día, me acompañaban en mis entrenamientos. A Royer Osma, de la Oficina de Servicios Administrativos; a don Henry Acosta, de la Oficina de Arquitectura; a los profesores Ana, Fabián y Juan Carlos, y a mis compañeros de Departamento de Tecnología. Cada uno de ellos tiene que ver en algo con mi subida a la montaña más alta de América.

Aconcagua 5
Nelson Cortés, funcionario de la UC (izquierda) junto a su amigo de aventura, Julio Cardona, en lo más alto de América.

 

El trabajo nunca puede ser impedimento para hacer lo que nos gusta

El montañismo se convirtió en una pasión para Nelson desde muy joven. Cuenta que, en su época de universidad, vio en un programa del Canal Capital a una presentadora que hablaba sobre montañismo. Este se constituyó en la primera motivación para acercarse al montañismo.

"Cuando vi a la señora Gloria Corredor hablar sobre montañismo, mostrando unas fotografías donde se veía a ella escalando sobre nieve, yo dije: ¡Quiero hacer eso algún día!". Luego de ver ese programa de televisión, Nelson logró contactar a la presentadora, con la fortuna de que por esos días planeaba una salida al nevado del Tolima.

La hazaña que logró Nelson Cortés demuestra que, cuando se tiene pasión por lo que se hace, no existen límites.

 

Miller Castañeda Díaz
Coordinación de Comunicaciones
Bogotá, D. C., 8 de abril de 2016
Imágenes: Nelson Cortés
Última actualización: 2019-03-28 15:50