Luis Carlos Castro recibió el segundo estímulo del Premio de Dramaturgia-Teatro en Estudio, dentro del Programa Distrital de Estímulos de 2019.
La finalidad de este premio es fortalecer el campo del arte en la ciudad a través de estímulos que fomentan el desarrollo y dan visibilidad a las diferentes prácticas artísticas. Para esto, el Instituto Distrital de las Artes, Idartes, convocó a los escritores teatrales a participar con sus obras, para lo cual se seleccionaron las tres mejores creaciones dramatúrgicas.
En la convocatoria participaron noventa y ocho propuestas que fueron evaluadas según la solidez, que se refiere a la coherencia y a la creatividad; según la estructura dramatúrgica, que tiene que ver con el desarrollo del conflicto, con los personajes, con el ritmo, etc., y según aspectos formales como el uso del lenguaje y de la gramática y la redacción en sí de la obra.
Entre las obras postuladas, la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá y el Idartes anunciaron como ganador del segundo premio a Luis Carlos Castro, egresado de Arte Dramático de la Universidad, con la obra El consuelo, que nace como producto del Laboratorio de Dramaturgia, dirigido por el maestro Juan Diego Arias, en el cual participó en los años 2017 y 2018.
Noticentral: Cuéntenos cómo inicia su gusto por la dramaturgia y qué lo motivó a participar en el Premio de Dramaturgia-Teatro en Estudio.
Luis Carlos Castro: Mi gusto inicia en la carrera de Arte Dramático de la Universidad Central, en convenio con el Teatro Libre, con mi primera profesora de redacción, Patricia Jaramillo, quien a través de ejercicios me iba aconsejando. Recuerdo mi primera nota en la carrera que fue un 2.5, pues llegar del colegio a presentar un texto formal en la universidad, me comenzó a causar muchas dificultades, y eso me llamó la atención para poder corregir cada vez más. Ya después fui mejorando, pero nunca resalté por ser un buen escritor de ensayos. Luego pasó otro maestro, Juan Diego Arias, entre la mitad y el final de mi carrera, quien comienza a plantearnos otros tipos de ejercicios mucho más avanzados, y ahí seguí poco a poco mejorando.
Finalmente, fue en el Laboratorio de Dramaturgia, con este mismo profesor, donde mi gusto por querer expresar mediante un texto lo que percibía de la realidad de una obra de teatro o lo que percibía de mi familia, y poderlo transportar a un texto teatral, cobró mucha más fuerza. Ahí comienzo con Juan Diego Arias a crear escenas, y después de una escena, llegué a esta obra de teatro que se llama El consuelo.
Luego me gradué y le comenté a mis maestros que me gustaría postularme a este premio de dramaturgia, pero varias personas me dijeron que iba a ser muy difícil, que era complicado; después, realizamos una lectura dramática en el Teatro Libre donde, a través de lecturas, de leer, de releer, de consejos de mis profesores para mejorar la obra, seguí puliéndola, y casi un año después de haberme graduado continué corrigiéndola. Y ya, sin pensarlo, decido un día postular mi obra al Premio de Dramaturgia-Teatro en Estudio, y, si no llegaba a ganar, de todas formas, me darían un puntaje y continuaría mejorando. También pensaba que sería buena la experiencia para poderme medir con otras personas y saber en qué nivel me encontraba.
NC: ¿Por qué decidió estudiar Arte Dramático?
L. C. C.: Porque no encontraba felicidad en ningún otro momento que no fuera en escena. Enfrentar los nervios de sentirme observado y juzgado o el pensar constantemente cómo representar de la mejor manera mi personaje. Estos fueron dos motivos que me animaron a superar con más empeño mis retos en el grupo de teatro del colegio Salesiano de León XIII. Luego, al entrar a estudiar la carrera, esos dos motivos se disiparon con un montón de dudas que me planteaban en clases mis maestros.
NC: ¿Qué aspectos lo motivaron a estudiar Arte Dramático en la Universidad Central?
L. C. C.: La mayor fuerza para estudiar en la U. Central fue por mi profesor de teatro del colegio, Álvaro Pinzón; con él estuve en el grupo de teatro del colegio, de donde salió una camada grande de estudiantes que decidieron pasar a la Universidad Central a estudiar Arte Dramático. Mi profesor me aconsejó y me dijo que me presentara también, que ahí ya había varios compañeros míos y que me enfrentara a eso a ver si me llamaba la atención.
Ahí es donde comienzo mi carrera en la Universidad, pero sin haber visto nunca una obra del Teatro Libre, sin haber visto nunca una obra del Teatro de La Candelaria; siempre lo que había visto era teatro escolar.
NC: ¿En qué oficios del teatro se ha desempeñado y en cuál se desempeña actualmente?
L. C. C.: Me ha tocado dirigir, escribir, actuar… me ha tocado pasar en diferentes oficios.
Hoy en día me desempeño en muchos oficios del teatro, como actor, como gestor cultural, como productor y también como dramaturgo. Ahora estoy adaptando varias obras para poder representarlas y estoy como profesor en el colegio Bilingüe Clermont como profesor de Expresión Corporal y de teatro.
NC: Háblenos un poco sobre sus obras y trabajos realizados, en particular sobre el proceso de creación de El consuelo.
L. C. C.: El consuelo es la primera obra de teatro que escribo y fue una sorpresa grandísima saber que lo primero que escribí, ganó un premio, nunca pensé que fuera a ganar.
Actualmente, estoy adaptando obras y películas del siglo XX y XXI, para los muchachos del colegio donde estoy trabajando. También estoy creando textos en relación a las víctimas del conflicto, para representarlas a la Unidad para las Víctimas de las alcaldías.
En cuanto al proceso de creación de El consuelo, este fue largo, tedioso, triste, difícil, porque era llegar motivado a una clase del Laboratorio de Dramaturgia y luego, con la retroalimentación de mi profesor y de mis compañeros, me hacían caer en cuenta de que algunas partes no debían ir en la obra y de que debía hacer algunos cambios. Casi que un sesenta por ciento de ese éxito de la obra me lo ofrece mi profesor Juan Diego Arias, la Universidad Central y el Teatro Libre.
NC: ¿Cuáles son los aspectos más importantes al momento de crear una obra dramatúrgica?
L. C. C.: Lo más importante es la identidad de robar la esencia de lo que estoy narrando, la esencia de una persona, la esencia de un personaje y recrearlo. En mi caso, era pensar cómo era la esencia de mi abuela, pensar en cómo hablaba, en cómo era la vida en un pueblo de tierra fría.
Se debe ser un autor sensible para poder captar esas cosas y que no sea una simple historia. La idea es que se pueda leer y al mismo tiempo poder recordar sus familias y sus costumbres.
NC: ¿Cuáles han sido las mejores experiencias que desde el arte dramático ha podido vivenciar?
L. C. C.: Las mejores experiencias han sido el poder enfrentarme a pararme en una escena, hacer un papel y ver las lágrimas de los espectadores en los ojos, el ver que los pueda llevar a llorar, a reír… Recuerdo una obra de teatro que representé en Tibú, Norte de Santander, en donde es un pueblo con guerra constante, que se llama El libro de la selva, y había un niño que no hablaba mucho, y se me acercó y parecía que quisiera hablarme, pero no lo hacía. Sus compañeros me dijeron que él se llamaba Diego, pero no le gustaba hablar.
Luego, ya para terminar la obra, estábamos cerrando con una canción y el niño no dejó que se terminara, cuando se acercó y me abrazó, yo era el protagonista, y comenzó a abrazar a uno por uno a mis compañeros. Eso para mí fue un momento hermoso, y duré quince minutos tras escena llorando a penas se terminó la obra.
Han sido muchas experiencias hermosas; hoy en día le digo a mis estudiantes que vayan más allá y lleven un mensaje, que es el objetivo del personaje y de la obra.
NC: ¿Qué consejo le puede dar a las personas interesadas en hacer o estudiar este género literario?
L. C. C.: Que ser perseverante es primordial durante y después. Si quieres ser actor, tienes que tener mucha calma y dar siempre lo mejor de ti.
NC: ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en el Dpto. de Arte Dramático de la Universidad Central?
Juan Diego Arias: Llevo cinco años en el Departamento de Arte Dramático en convenio con el Teatro Libre.
NC: ¿Qué actividades se realizan en el Laboratorio de Dramaturgia?
J. D. A.: En el laboratorio buscamos que los estudiantes, sean de Arte Dramático, de Creación Literaria o de Cine, se acerquen a la escritura para teatro. Esta, a pesar de tener similitudes con la escritura literaria y el guion cinematográfico, tiene unas necesidades y características particulares.
El laboratorio está enfocado sobre todo a que los estudiantes escriban, entonces la gran mayoría de los ejercicios son creativos. Los ejercicios van encaminados a descubrir las particularidades de esta escritura. Estos ejercicios se leen en clase y son analizados ahí. La idea es que, de estos ejercicios, al final salga una obra de teatro.
NC: ¿Cuál cree que es la importancia del arte dramático y cómo desde este género se puede aportar a la sociedad?
J. D. A.: En el Departamento de Arte Dramático en convenio con el Teatro Libre, tratamos de inculcarle a los estudiantes que un producto teatral no se puede hacer sin un objetivo. Este puede ser artístico o social. En el trabajo que se hace siempre hay una investigación del ser humano y una mirada crítica sobre lo que se hace. Esto obliga a los estudiantes a ampliar su visión de mundo y en el trabajo eso impregna al espectador. Además de la diversión y la distracción, que son inherentes al producto teatral, se busca hacer un teatro que se pregunta sobre el arte y la sociedad y que le propone al espectador entrar en ese juego: cuestionar el espectáculo, cuestionarse a sí mismo y cuestionar su sociedad.
NC: Cuéntenos qué es lo que más recuerda del tiempo en el Luis Carlos Castro estudió en la Universidad y qué opina sobre este importante logro que obtuvo.
J. D. A.: Luis Carlos es una persona muy inquieta con su oficio. Él es ante todo un actor, y un buen actor. Pero esa intensidad con la que vive su profesión le permite experimentar con éxito otras facetas del teatro. Vendrán más logros para él en el futuro.