Noticentral conversó con María Antonia León, egresada del TEUC y reciente ganadora de un premio nacional de literatura, y escudriñó en su voz y sus certezas
María Antonia León es una escritora descarnada que cumple su objetivo: conmover. La poesía pulula en toda su obra, creando imágenes tan cautivantes y hermosas como perturbadoras.
Califica como un «alegre renacimiento» su decisión de volcarse a la literatura, y sus éxitos, no repentinos, sino resultado de un concienzudo proceso de reflexión y trabajo, dan cuenta de que escogió el camino correcto. Recientemente ganó el Premio Nacional de Libro de Cuentos Inédito Escrito por Mujeres del Ministerio de Cultura con Las ballenas son más sutiles.
Como egresada del reconocido Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC) da testimonio de su pertinencia, y recomienda la profesionalización para «gestar y parir obras literarias mejor cocinadas».
En una extensa entrevista que concedió a Noticentral, contó cómo fue su paso como jefa de prensa de nuestra Institución, se refirió a la escritura de las mujeres, a la influencia del periodismo en su obra, a su formación y a algunos de sus deleites y manías.
Noticentral: ¿En qué momento supiste que serías escritora? ¿Hubo un instante de revelación, un hecho que te hiciera decantarte por la escritura?
María Antonia: Desde muy pequeña empecé a mostrar habilidades con el lenguaje escrito. En cuanto empecé a aprender a leer y a escribir sentí una fascinación química por las palabras, que eran una mezcla de simpleza y profundidad encantadora. Me recuerdo creando pequeños poemarios que les regalaba a mis familiares en Navidad. La literatura siempre ha sido mi única riqueza.
NC: ¿Qué desafíos enfrentaste y superaste para decidir que te dedicarías a la literatura?
MA: Muchísimos desafíos. El primero fue romper la creencia de que la escritura no es una carrera sino un pasatiempo; o que de esto no se puede vivir. Después vino el miedo al fracaso y a luchar por un imposible; la falta de confianza y el autosabotaje son enemigos devastadores. No había superado todo esto cuando surgieron barreras injustas, especialmente para una escritora, como el hecho de ser acosada por los docentes con los que te estás formando o por escritores famosos que te convencen de que serás publicada si accedes a sus abusos. Este es un campo muy competitivo y especialmente violento para las mujeres.
NC: ¿Cómo te formaste para ser escritora?
MA: Tomé un taller de cuento en 2010 que empezó a abrir mis perspectivas, con la mala suerte de que mi docente fue un misógino que nos acosaba a varias de sus estudiantes. En 2013 tomé el Taller de Escritores de la Universidad Central y, como resultado de esta experiencia, gané un concurso que me motivó bastante; gracias a ese taller y a sus excelentes docentes pude escribir mi primer cuento-cuento, no un relato divagante y desarticulado, sino una historia completa. Aquello fue muy importante. En 2016 di el gran salto y entré a la Maestría de Escrituras Creativas de la Universidad Nacional con un proyecto de novela. En aquel momento renuncié a mi trabajo fijo, a mi salario y al territorio que conocía para entregarme de lleno a la escritura. ¡Qué alegre renacimiento!
«Gracias al Taller de Escritores de la Universidad Central y a sus excelentes docentes pude escribir mi primer cuento-cuento, no un relato divagante y desarticulado, sino una historia completa…»
NC: ¿Qué queda del periodismo en la escritura de María Antonia? ¿Hay alguna resonancia?
MA: El periodismo siempre ha sido una herramienta maravillosa para contar mis historias: gracias al periodismo abrí mi mundo, conocí numerosas perspectivas, viajé por muchos parajes de este país, capté paisajes, saboreé imágenes hechiceras. El periodismo fue un gimnasio: me mantuvo caliente la mano y palpitante la cabeza. Afinó mis sentidos, me dio criterios para saber qué puede ser interesante y qué no. El problema era que yo no quería contar las cosas tal cual eran, sino tal cual las veía con mis ojos de poeta. Aquellas técnicas periodísticas tenían los dedos muy cortos; yo necesitaba obtener aguijones que penetraran más adentro en la oscuridad.
«La escritura creativa puede ser terapéutica»
NC: ¿Qué importancia le confieres a los talleres en la formación de los escritores? ¿Qué opinas sobre la profesionalización del escritor?
MA: Los talleres de formación de escritores y escritoras son fundamentales en una sociedad que necesita fortalecer el libre pensamiento y agudizar la sensibilidad de las personas que hacen parte de ella. Independientemente de si una persona toma un taller para hacerse o no escritora, la función y el poder que tienen estos espacios son más profundos, pues en realidad, todos somos escritores, todos necesitamos la escritura en algún momento. Los talleres brindan herramientas que pueden llegar a cambiar una vida al brindar caminos para narrarla mejor o, por lo menos, para narrarla de una forma diferente, con más belleza o más consciencia del dolor que nos ha ocasionado. La escritura creativa puede ser terapéutica y contribuir a sanar a nuestra sociedad. Como dijo Kandinski: «El arte es un aspecto de mejoramiento espiritual».
Ahora, si una persona ha hecho un diálogo honesto consigo misma y ha encontrado que le apasiona dedicarse a la escritura, entonces la profesionalización es fundamental. No digo que no se pueda, pero es difícil convertirse en un buen escritor o una buena escritora si no se ha profundizado en el cultivo literario y para esto un programa de formación superior nos permite gestar y parir obras literarias mejor cocinadas, estructuradas a consciencia y acompañadas de numerosas reflexiones sobre el oficio de la escritura, junto con referentes que se pueden analizar y debatir con escritores especializados. Las maestrías en escrituras creativas y creación literaria tienen mucho por ofrecer.
NC: ¿Cómo recuerdas tu paso por la Universidad Central? ¿Qué significó para ti en lo personal, en lo laboral y en tu formación y proyección como escritora?
MA: Mi paso por la Universidad Central fue un periodo de mucha confrontación profesional y vocacional para mí porque quería ser escritora, pero trabajaba como periodista. A la vez, fue inspirador estar cerca a los programas de creación literaria, especialmente a su gente. Ellos sabían que en mí palpitaba el sueño de escribir. Siempre que me encontraba con Roberto Burgos Cantor (q.e.p.d.) me preguntaba cómo iba la escritura, y ahí radicaba el problema, porque en ese momento yo no tenía tiempo para la escritura, pues era jefe de prensa en la Institución y eran muchos los departamentos y contenidos que debía cubrir y acompañar desde el área de comunicaciones.
No estaba haciendo lo que en verdad me apasionaba y veía lo lejano que estaba el poder trabajar más cerca de la escritura. Pero la escritura me jalaba con su canto de sirena. Fue así como, mientras vivía esos duelos internos, viví experiencias significativas que me fueron empujando hacia el camino correcto, como la visita a Colombia del nobel sudafricano J. M. Coetzee, de la cual se cumplen diez años; conocer a ese pequeño dios de la escritura abrió canales que antes no existían en mi cerebro.
Llegué a un punto en el que tuve que ser honesta conmigo misma y renunciar a ese cargo para poder dedicarme por completo a la escritura literaria; hoy me siento muy agradecida, porque aquel periodo y sus desafíos fueron un puente hacia lo que soy hoy en día como escritora.
Historias de mujeres
NC: ¿Cuáles son los temas que subyacen en tus libros? ¿Qué tan autobiográfica es tu obra?
MA: En mis libros siempre están presentes las mujeres y sus historias; sus cuerpos y las experiencias sexuales con las que experimentaron el amor y el abandono, la violencia pasiva o la más gritona. También está presente la naturaleza como extensión del alma y del cuerpo (quizás más del alma). Hay mucha poesía, me gusta pensar la sinfonía de las imágenes que se superponen para mostrar una historia.
Tengo una obra autoficcional, juego con elementos de mi propia realidad para formular nuevos vecindarios narrativos.
NC: ¿Qué esperas generar en el lector o lectora de tu obra?
MA: Espero que las personas se conmuevan con las imágenes de mis ojos.
NC: ¿Qué te aporta la escritura en lo personal?
MA: Mucho, me ha ayudado a deconstruir mucho de lo que soy como mujer y de lo que somos las mujeres en colectivo, atadas por el lenguaje, la cultura o una determinada extensión geográfica.
«Soy una escritora ñoña y creo en el poder de abrazar lo clásico trayéndolo hacia el presente para luego transgredirlo…»
«Con la poesía fabrico las imágenes de mis libros»
NC: Tienes un libro de poesía, El aparato que late; la novela El oráculo térmico, que ganó el Premio Bienal de Novela Corta Roberto Burgos Cantor, y ahora recibes el Premio Nacional al libro de cuentos inédito escrito por mujeres por Las ballenas son más sutiles. ¿Poesía, novela o cuento? Si aceptamos que, definitivamente, asistimos a la ruptura de las fronteras entre géneros, ¿qué rescatas de cada uno y cómo se entrecruzan en tu obra?
MA: Soy una escritora ñoña y creo en el poder de abrazar lo clásico trayéndolo hacia el presente para luego transgredirlo. En este libro de cuentos, dos de ellos podrían considerarse nouvelles, es decir, novelas cortas que pueden alcanzar una extensión de cuarenta páginas cada una, que es más de la mitad del libro. En esas dos nouvelles (Las ballenas son más sutiles y La calle más dolorosa de Bogotá), hay caminos enrevesados desde lo narrativo, no es muy claro hacia dónde se dirige la historia o qué pretende enseñarnos, sus estructuras y tramas narrativas son algo que se infla y desinfla por diferentes costados. Hasta podríamos ver más extendido el arco de transformación de sus personajes, como lo hace una novela, algo que yo llamaría «el arco solar narrativo»: en astrología el arco solar es el camino que recorre el sol progresado a lo largo de nuestra vida; en estas novelas vemos una parte del gran camino de transformación de unos personajes, una parte que, quizá, es más amplia de lo que muestra un cuento. Sobre la poesía, para mí siempre está presente en todo lo que escribo: con ella fabrico las imágenes de mis libros.
NC: Háblanos de Las ballenas son más sutiles. ¿Cómo nace el libro? ¿Cómo fue el proceso de maduración, de edición? ¿Cómo llegas a estos ocho cuentos y cómo los juntas: cuál es el hilo que los conecta?
MA: Este libro lleva cocinándose muchos años, más o menos en 2010 empecé a escribir el primer cuento, lo que significa que son historias maduradas por trece años, y otras llevan diez, ocho años. La más joven es del año pasado. Con el tiempo se hace más fácil madurar las historias que uno cuenta. Lo que las une es una imagen poética: el hundimiento. En su interior hay pasajes inquietantes que dan la sensación de caída, como lo muestra el cuento que le da título al libro, donde dos mujeres nadan en una piscina, o en el cuento La Cuchilla del Salado, donde se profundiza en la idea de vivir desde lo hundido; o en Una muerte pariendo una vida, donde vemos el cambio entre el arriba y el abajo.
«Escribir es un acto feminista»
NC: Pareciera que cada vez hay mayor visibilidad del trabajo creativo de las escritoras colombianas. ¿A qué obedece?
MA: Hemos avanzado mucho gracias a las acciones que las mismas escritoras adelantamos en diferentes escenarios. Para empezar, nos estamos interesando más por la escritura de las mujeres durante los siglos XIX y XX, y eso nos da una base para contemplar la perspectiva de nuestro arte compartido.
Se están abriendo nuevos espacios para que las mujeres accedamos a becas, estímulos, premios, residencias u oportunidades de publicación en más editoriales; en Bogotá se han creado dos librerías de mujeres, la más antigua, El telar de las palabras; la más reciente y activa, Librería Woolf. Hay colecciones que están visibilizando a las mujeres, como la biblioteca que hice con el Ministerio de Cultura, las ediciones de las universidades Andes y CES de Medellín; el trabajo de las editoriales independientes, entre otras. Pero debemos seguir trabajando, porque siguen siendo menores los escenarios en los que las mujeres son leídas y debatidas. La bibliografía de muchos programas de formación de escritores tiene más hombres que mujeres; a veces hay más maestros hombres que maestras mujeres (lo he vivido en mis equipos docentes), hay más presencia de escritores que escritoras en ponencias, ciclos literarios, ferias… ¿Cuántas escritoras tiene un colombiano promedio en su biblioteca? Debemos leer más mujeres, comprar sus libros, apoyar sus proyectos.
«…debemos seguir trabajando, porque siguen siendo menores los escenarios en los que las mujeres son leídas y debatidas…»
NC: Fuiste una de las editoras de la Biblioteca de Escritoras Colombianas. ¿Cuál es tu apreciación del camino que está tomando la literatura escrita por mujeres?
MA: Creo que tenemos un panorama de escritoras muy especial. En el terreno de la poesía, plumas como la de María Mercedes Carranza, Meira Delmar, Maruja Vieira, Emilia Ayarza, Matilde Espinosa, y voces más recientes como la de Fátima Vélez. En la narrativa también hay voces frescas como las de Laura Ortiz, Diana Obando, o clásicas como Emma Reyes, Elisa Mújica, Soledad Acosta de Samper… Se me vienen muchos nombres, la verdad.
NC: En tu opinión, ¿qué les confiere la escritura a las mujeres? ¿Voz, poder, libertad…?
MA: ¡Todo eso y mucho más! Escribir es un acto feminista.
BREVIARIO
¿Qué estás leyendo en la actualidad?
Las lectoras del Quijote, de Alejandra Jaramillo; Pequeños funerales, de Hilda Hilst; y La segunda vida de las cosas, de John F. Galindo.
¿Un libro que recomendarías a alguien que quiera ser escritor?
El infinito en un junco, de Irene Vallejo.
¿Un personaje de tus libros que consideres muy valioso para ti, y por qué?
La madre; contiene el infierno, el ángelus, la loba, la medicina.
¿Un libro de poesía que toda mujer colombiana debería leer?
Creo que en general todo ser humano debería leer la poesía de Emily Dickinson alguna vez en su vida.
¿Cómo te nutres en tu día a día para escribir?
¡Leyendo!
¿Cómo describes tu obra?
Intensa y descarnada.
¿Una manía o ritual a la hora de escribir o de leer?
Prender una vela o unas lucecitas que titilan.
¿Una película, una canción, un color, un olor evocador, una frase que te inspire?
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Not stoppable, de Sia. El rojo, siempre. El olor del café. «Estar vivo es tener poder», de Emily Dickinson.
Perfil de María Antonia León
Escritora, editora y docente. Ha publicado textos en revistas, periódicos y antologías. Es autora del libro de poemas El aparato que late (Domingo Atrasado, 2021) y de la novela El oráculo térmico (Seix Barral, 2023), con la cual recibió el VI Premio Bienal de Novela Corta Roberto Burgos Cantor, Pontificia Universidad Javeriana - Editorial Planeta. También ganó, recientemente, el Premio Nacional de Libro de Cuentos Inédito Escrito por Mujeres del Ministerio de Cultura con Las ballenas son más sutiles.
Es magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia y comunicadora social de la Universidad Santo Tomás. Egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC). Fundó y codirigió la revista literaria La Perra y fue una de las editoras de la Biblioteca de Escritoras Colombianas del Ministerio de Cultura, a través de Corpoélite. Ha dirigido talleres de escritura con el Instituto Distrital de las Artes (Idartes) y las universidades Central y Nacional. Dirige la escuela de escritura y astrología La Maletra.