Fabio Trompa, director del programa de Contaduría Pública, reflexiona sobre cómo diferentes civilizaciones usaron sus recursos para llevar cuentas.
Como lo mencionó recientemente el profesor Shyam Sunder “(…) la contabilidad se desarrolló para servir a los templos, las tesorerías y el comercio en la construcción de los cimientos de la civilización humana en todas partes del mundo. Los académicos han señalado las contribuciones de la contabilidad a la evolución del lenguaje, la escritura, las matemáticas y la sociología, y como un elemento esencial de la economía, las finanzas y la administración.” (Sunder, 2020). Hoy es impensable un emprendimiento humano —de gran o pequeña escala— que no se soporte en una contabilidad llevada en debida forma.
En nuestro medio, las comunidades muiscas prehispánicas tenían un sistema contable de base veinte, es decir, vigesimal, representado por los dedos de manos y pies.
Como en la mayoría de las culturas, el número y el contar tuvieron en sus orígenes una connotación religiosa y práctica a su vez, con un alto contenido moral. De la interpretación del calendario de los muiscas podemos rescatar, a título de ejemplo, el sagrado número uno, ATA.
Según los expertos, ATA significaba agua y representaba los bienes. Su pictografía alude a una rana en salto, asociada con el inicio del año calendario y la época de siembras. (Escribano, 2002).
Si bien no se ha podido establecer un sistema de cuentas para el comercio, como el Quipu en la cultura Inca, es claro que las actividades del intercambio se basaron en algún sistema de cuentas y de personas encargadas de esta misión (como el quipucamayoc en la cultura citada).
Con el advenimiento de la transculturación hispana se impuso, a sangre y fuego, el sistema contable de “cargo y data” que se estableció por la corona española desde los inicios de la conquista. El desarrollo de la colonia se soportó en este sistema de partida simple hasta finales del siglo XVIII cuando fue sustituido por el sistema de partida doble.
Como enseñaba el monje Luca Pacioli en 1494, “Por cada crédito en un libro mayor, también debe haber un débito”.
Finalmente, cabe mencionar la existencia de documentos muy antiguos como el que “(…) Tres siglos antes de Cristo, Kautilya reunió como los principios predominantes de contabilidad y auditoría en su tratado en sánscrito Arthaśāstra sobre administración y economía. Incluyó (en el Libro II, Capítulos 6-9) principios de gestión y controles internos, así como listas de comprobaciones que los auditores debían realizar.” (Sunder,2020) muchos aún vigentes para una buena gobernanza de las organizaciones.
Es muy extensa la literatura que se ha compilado sobre la historia de llevar cuentas. Existe la Academia de Historia de la Contabilidad que realiza sendos congresos anuales; en la Universidad de Medellín se ha constituido un Museo de la Contabilidad; y en nuestra Institución se han realizado tres ediciones de la investigación seminal denominada Historia de Contaduría Pública Siglo XX, un fascinante campo de estudio por desarrollar en nuestro medio.
Con ocasión del Día Nacional de Contador Público queremos resaltar la importancia que para nuestra sociedad implica el trabajo denodado de cerca de 280 mil contadores en nuestro país, de los cuales cerca de 60 mil están vinculados a la contabilidad del sector público.
Se destaca, también, un número cercano a los 250 mil estudiantes de programas en diferentes niveles académicos y vinculados, muchos de ellos, como auxiliares y asistentes contables. ¡Feliz día, contadores públicos centralistas!