Katherine Restrepo, docente del Dpto. de Contaduría Pública, relata su experiencia como beneficiaria de la Beca Alianza del Pacífico 2019-1, en Chile.
Esto es como un cuento de hadas, algunos dirían, sin embargo, debo señalar que, como me pasó a mí, cuando uno tiene sueños, puede proyectarse para cumplirlos.
Voy a empezar contándoles que en 2017 conocí Valparaíso, quinta región de Chile, gracias a que había clasificado, con un trabajo académico, a la Conferencia Académica Permanente de Investigación Contable (Capic) que se realizó en la Universidad del Bío-Bío de la ciudad de Concepción.
En este espacio académico conocí a las docentes Marlene Piña, Marcela Fernández y Rosemary Ríos de la Universidad de Valparaíso, quienes amablemente me invitaron a replicar mi trabajo Los imaginarios del contador público desde el arte con el que gané el premio a Mejor Artículo - Categoría Ensayo. Fue así como llegué a Viña del Mar, una de las ciudades más famosas de Suramérica por su Festival Internacional de la Canción, y a la Región de Valparaíso, reconocida por los poemas que el gran Pablo Neruda le dedicó.
En 2018 esta invitación me permitió iniciar un trabajo conjunto entre el Departamento de Contaduría Pública de la Universidad Central y la Escuela de Auditoría de la Universidad de Valparaíso, a través de un convenio marco de cooperación entre ambas universidades.
Así fue como Marcela Fernández, directora de la Escuela de Auditoría, me invitó a realizar una estancia académica en el primer semestre de 2019, a partir de la oportunidad que ofrece Alianza del Pacífico que, al ser una iniciativa económica y de integración regional entre Chile, Colombia, México y Perú, permite el fortalecimiento de la academia a través del intercambio docente y estudiantil en la medida en que los beneficiarios acceden a distintas formas de financiación externa, facilitando que más personas de la comunidad académica puedan formar parte de estas iniciativas que son de interés y carácter interinstitucional.
Fue así como terminé aplicando a la Beca Alianza del Pacífico en Chile, que tenía aproximadamente cuatro mil postulantes. En ese punto me di cuenta que una beca es un recurso muy competitivo, sin embargo, yo solo dejé que el destino me guiará a mi sueño.
Como regalo de navidad, en diciembre de 2018, llegó la gran noticia de parte de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Agcid): “su postulación ha sido seleccionada para aplicar la beca de la Alianza del Pacífico en Chile para 2019”.
¡Yo no podía creerlo! era la prueba de que si sueñas algo lo puedes alcanzar.
Este logro no fue solo mío, pues he contado con el apoyo incondicional de la Facultad de Ciencias Administrativas, Económicas y Contables y el Departamento de Contaduría Pública de la Universidad Central para lanzarme en estos procesos que requieren de un compromiso institucional, que más allá de los indicadores, es un aporte al crecimiento de la Universidad y una posibilidad de mostrar a la comunidad académica internacional lo que estamos haciendo.
Mi experiencia en la Universidad de Valparaíso
Después de esta noticia, viajé una distancia aproximada de 6.161 kilómetros a la Universidad de Valparaíso, la cual fue mi casa de estudio por un semestre académico, desde marzo a julio de 2019. Allí me desempeñé como docente de los estudiantes nuevos de la asignatura Introducción a las ciencias empresariales y ética profesional.
En ese instante mi idioma español empezó a nutrirse. Por ejemplo, a los estudiantes nuevos se les llama ‘mechones’ y su dialecto incluía palabras que no olvidaré como cachai, cuático, encachao, fome, mateo, ser seco, me tinca, al tiro, bacán, once, palta, piola, y otras cuantas que fueron difíciles de comprender al principio, pero que luego apropié al punto de incluirlas en mi uso diario del español.
Además de dictar clases, también aproveché para trabajar con la académica Natalia Cuadra Palma, con quien actualmente estoy ejecutando el proyecto de investigación "Ecosistema Mujer = Mentoring + Redes de Trabajo, programa de empoderamiento a mujeres empresarias de Valparaíso y Bogotá" que se realiza con el apoyo del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (SernamEg) y que se ha ido abriendo campo día tras día en el ecosistema empresarial de Valparaíso, llamando la atención de mujeres innovadoras como Barbarita Lara Martínez, quien inventó el Sistema de Información de Emergencia ─una aplicación que permite la comunicación a través de ondas de radio en momentos críticos, como en catástrofes naturales─, creación que llevó a que el Massachusetts Institute of Technology (MIT) la reconociera como una de las mujeres “Innovadoras menores de 35 años” en 2018.
Un balance general de mi experiencia y que quisiera resaltar es que Chile, además de sus hermosas montañas y atardeceres, es una sociedad abierta a cooperar con otros países para la creación de redes de trabajo colaborativo.
Esto lo pude evidenciar específicamente en el campo de la investigación, pues tuve la oportunidad de participar de la formalización del semillero de investigación contable Alimapu Püron, en el que estudiantes y profesores se han aliado para la construcción de nuevo conocimiento y formación de investigadores en etapas tempranas del pregrado, además, de la formulación de alianzas con la Facultad de Ciencias gracias a las iniciativas desarrolladas en conjunto con el profesor Harvey Rosas.
En segundo lugar, quiero destacar que cuando se trabaja en equipo la productividad aumenta, al igual que la calidad y el compartir con profesionales de diferentes áreas y con objetivos claros, hizo que lográramos la aprobación de tres trabajos en eventos internacionales en Chile, Colombia y España, los cuales dan cuenta de los avances obtenidos en este semestre de la investigación desarrollada y del semillero.
Beneficios de la movilidad académica
Los invito a aventurarse a participar en la movilidad académica, tanto docente como estudiantil, pues esto permite mirar el mundo con otros ojos; asombrarse de lo que no tenemos siempre a la mano; descubrir la riqueza de las palabras; deleitarse con otros sabores; aprender de otros; y llevar tus orígenes a lugares donde los imaginarios que tenemos de lo desconocido se hacen a un lado para dejar huella.
Es vivir, salir de la rutina, de lo conocido, de la zona de confort, de la estabilidad. Viajar entonces, es reconocer que las fronteras y los obstáculos los pone uno. Por eso, mi consejo es que sueñen, que sean ambiciosos, busquen metas que les permitan volar y no se queden esperando a que las oportunidades lleguen por sí solas, porque algún día harán su balance y descubrirán qué tanto se atrevieron a comerse el mundo.
Para finalizar, quiero agradecerle a la Universidad Central, a la Universidad de Valparaíso y a la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo, porque gracias a su compromiso y apoyo, me fue posible seguir inspirada para transmitir a otros estas experiencias, que hacen de la labor docente un campo único para quienes confiamos en que podemos cambiar el mundo.