Santiago Sánchez, egresado de Ingeniería Industrial, celebra la labor de los docentes que desarrollan una estrategia educativa innovadora en medio de la contigencia.
Los años de pandemia quedarán para la historia. Un tiempo que se contará y analizará por generaciones. Por décadas se hablarán sobre aquellos días en que el mundo se detuvo y todo aquello que la sociedad creía intocable e inquebrantable finalmente tocó fondo, pero ¿qué haremos nosotros?¿Cómo se afectará el sector educativ0?, la respuesta a estas preguntas es, sin duda, personal; sin embargo algo es seguro, entre nosotros hay quienes merecen todo el reconocimiento por permitir que unos pocos podamos lograr cumplir los objetivos propuestos prepandemia.
Recordemos que durante los primeros meses la ciudadanía salía por ventanas y balcones aplaudiendo a médicos, enfermeras y trabajadores de salud por su valentía; así pues, del mismo modo se debería admirar y agradecer la labor de todos los docentes que han enfrentado esta adversidad y que son la clara muestra de la reinvención y la resiliencia (palabras que se ha vuelto moda).
Es cierto que durante meses de pandemia la inestabilidad e incertidumbre han dominado el mundo laboral, tanto que han catalogado los trabajos, empleos y profesiones en esenciales y no esenciales, de primera y segunda categoría, obedeciendo a la simple lógica de su necesidad para mantener la actividad civil y común activa; actores como servicios generales, servicios bancarios, de distribución de alimentos y comestibles, seguridad privada, e incluso servicios de call center han estado funcionando por disposición del gobierno y aceptado por la sociedad sin objetar; pero me pregunto, ¿en dónde categorizar la labor del docente?
Son los maestros quienes han sido verdaderos virtuosos en el actuar y vigencia de la educación y que esta no se haya detenido, con todas las dificultades de conexión que implica en un país como Colombia.
Tal vez han pasado inadvertidos, pues la sociedad ha dado por contado su labor y que esta debe seguir en épocas de telenormalidad, pero son ellos los que han logrado continuar con el proceso de enseñanza y aprendizaje de una sociedad. Desde formadores de pedagogía infantil, básica y media, logrando generar espacios de apoyo, entretención, discusión y entendimiento del mundo en su condición actual y las nuevas necesidades que este requiera.
Ahora bien, hablemos de aquello que es el trasfondo de nuestra razón, la educación superior (profesional y posposgradual). Aunque la virtualidad es una medida que se había venido planteando hace algunos años, por necesidad o convicción, es evidente que se tuvo que dar el paso hacia un mundo no explorado en su totalidad, pero, a pesar de que hay instituciones, currículos, docentes e incluso voluntades mejor preparadas y dispuestas al cambio y su necesidad, el paso no ha sido fácil.
Por ello, el Ministerio de Educación Nacional ha acudido al apoyo y solidaridad dentro de las mismas instituciones de educación superior para reducir la brecha de adaptación y acción de las asistencias tecnológicas y lograr la conectividad en todo el país, logrando resultados satisfactorios.
El Plan Padrino, avalado por la UNESCO dentro de los encuentros dados en el Foro Internacional sobre el Aseguramiento de la Calidad, ha sido el mecanismo por el cual las universidades con mayor trayectoria en la educación en tiempo remoto fueron mentores y guías a cuyos pares tenían recursos y experiencia eran más limitados, aportando consejería, veeduría, acompañamiento y evaluación e implementación de sus propios modelos educativos.
Y a pesar de que docentes de todas las edades se han visto en la tarea de lograr enfocar su metodología de enseñanza hacia las herramientas tecnológicas, se ha sabido de casos de burlas de estudiantes hacía maestros por el desconocimiento de estos medios, logrando que el único fin que estas tienen sea empoderar a la persona para superar su adversidad a la hora de ejercer su labor.
Los profesores y las profesoras desarrollan estrategias para mantener el interés del estudiantado durante varias horas, sin hacer monotemática e incluso perjudicial la clase para el aprendizaje y bienestar mental de cada estudiante; a la vez que se cumple profesionalmente con la malla curricular acordada antes de esta ser dictada.
Es debido a lo anterior que se han visto diferentes acciones necesarias dentro de la actividad académica, toda persona vinculante a la institución, para ejercer en un futuro próximo, desde la vinculación del estudiantado hasta el acercamiento al sector productivo; mecanismos que el gobierno universitario deberá ser capaz de identificar para presentar soluciones actuales y con vista hacia los escenarios futuros, sin dejar de lado el principal componente humanístico que caracteriza su formación profesional.
Para la muestra un botón: Francisco Marmolejo, asesor educativo de la Fundación Catar para la Educación, la Ciencia y el Desarrollo de la Comunidad, ha aportado nuevos propuestas innovadoras que responden satisfactoriamente a las solicitudes del mercado, comprendiendo las necesidades de la juventud y que estén bajo la continua vigilancia y supervisión de los entes de control de cada país, cumpliendo con todas los requisitos de la calidad educativa. Un aplauso también para esta iniciativa.
Es por este compromiso profesional, actividades, iniciativas estatales y soluciones propuestas para el futuro próximo, que hoy día recalco las palabras de Jean-Michel Blanquer, ministro francés de Educación y Juventud, “la sociedad necesita darle al maestro el protagonismo que merece”.
Y como él, considero que el docente, a veces ignorado en nuestra sociedad, merece nuestro reconocimiento y aplauso. Parafraseando a Winston Churchill “nunca tantos le debieron tanto a tan pocos”.
