En el mes del patrimonio, recordamos cómo la UCentral le dio una segunda oportunidad al Teatro de Bogotá y lo transformó en un espacio dedicado a la cultura
El Teatro de Bogotá, cuya historia ha sido poco documentada, vivió una transformación crucial gracias a la intervención de la Universidad Central. Anteriormente asociado con la proyección de películas controvertidas, el teatro fue rehabilitado y revitalizado, lo que marcó un cambio significativo hacia la constitución de un centro cultural en la ciudad. En el mes del patrimonio, Eddie Luna, coordinador de Auditorios de la UCentral, nos cuenta cómo este viraje redefinió la identidad del espacio.
El Teatro de Bogotá fue construido en 1969 por la firma Cuéllar Serrano Gómez. Tres años después se adaptó como sala de cine y en 2007 pasó a propiedad de la Universidad Central, Institución comprometida con la preservación del patrimonio arquitectónico y urbanístico del centro de la ciudad. Por ello, procuró el rescate de la que alguna vez fue una de las calles más importantes en la vida cultural de la capital y adquirió, además del Bogotá, los teatros México y Faenza-Teatro de la Paz, al tiempo que se comprometió a su restauración, conservación y mantenimiento.
A mediados de los años 90, muchos teatros del centro de la ciudad, como el México, el Embajador, el Olimpia y el mismo Bogotá, entraron en decadencia. Otros escenarios se vieron afectados por la llegada del sistema de grabación y reproducción de audio y video denominado VHS, que le quitó un protagonismo importante a los distintos teatros de la época.
En el año 2007, ya con un telón a punto de estar en el olvido de los bogotanos, la Universidad Central, bajo la dirección del doctor Guillermo Páramo Rocha, quien era el rector en esa época, decide comprar este recinto y hacerle un cambio a su nombre. Así pasa de ser “Teatro Bogotá” a “Teatro de Bogotá”, con el fin de regalarle un nuevo espacio cultural a la capital.
“Esto fue parte de los retos que nos colocó la Universidad, pero le logramos dar una segunda oportunidad a este importante escenario. Este cambio no solo implicó una renovación física del espacio, sino también una transformación en su identidad cultural. La transición de este teatro para que se convirtiera en un lugar dedicado a la música, la cultura y la academia fue todo un reto”, comentó Eddie.
La adaptación del teatro incluyó la instalación de un nuevo sistema de sonido, que cuenta con una estructura de concha acústica a base de madera de cedro ligeramente tratada. Este sistema, diseñado para obras musicales y óperas, no necesita amplificación sonora adicional. Además, el teatro fue equipado con 707 sillas tapizadas en espuma de poliuretano, lo que mejora el tratamiento acústico del espacio y contribuye a la comodidad de los espectadores. Cuenta con un sistema de iluminación dimerizada que permite ajustar la intensidad de las luces a diferentes niveles, lo que en un entorno teatral es esencial para lograr efectos dramáticos.
Los diseños fueron realizados por el maestro Jairo Novoa, quien fue estudiante del reconocido arquitecto colombo-francés Rogelio Salmona. Precisamente, Salmona solía afirmar que “la arquitectura no es solo un hecho estético y técnico, sino una expresión cultural”. Esta visión se ve reflejada en la combinación de ladrillo, cemento y madera del recinto, que destaca por sus tonos románticos y cálidos.
La nueva etapa del Teatro de Bogotá fue recibida con agrado por la comunidad cultural de la Universidad Central y de Bogotá. Desde su restauración hasta hoy ha sido escenario de múltiples presentaciones, como la de Julieth Lozano, soprano que fue reconocida con el prestigioso título de “La mejor voz del mundo 2023” por BBC Cardiff Singer of The World en Londres, y quien es egresada del programa de Estudios Musicales de la UCentral. Así mismo, ha sido espacio para ensayos de la Orquesta Filarmónica de Colombia; o para la realización de encuentros como el de coros infantiles de Bogotá. También ha sido uno de los recintos en los que la Universidad Central realiza sus actos de grado o entrega distinciones como doctorados honoris causa a diversas personalidades de la ciudad y del país, por lo que muchos profesionales y personalidades han compartido allí sus logros académicos.
El Teatro de Bogotá ha recorrido un camino notable, que refleja una evolución que va más allá de una transformación estructural: la adquisición y restauración por parte de la Universidad Central le dio un nuevo propósito, enfocado en la cultura y la formación de nuevas generaciones. “Es bonito que, en vez de tumbarlo, se le agregó la preposición 'de’ para entregarlo a la ciudad, y se le dio una segunda oportunidad”, afirmó Luna.