Durante siete días en Bogotá se habló de paz y no solo en los escenarios dispuestos en toda la ciudad, sino también en las redes sociales y en los medios de comunicación. Se hizo en varios idiomas y dialectos; con invitados de las capitales colombianas, de regiones apartadas de nuestra geografía y de 37 países del mundo.
Se cantó, se bailó, se recitó, se discutió, se habló, pero mejor aún se escuchó... todo gracias a la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia que puso en la agenda nacional cada uno de sus componentes: el académico con paneles, el artístico con exposiciones, cineforos, obras de teatro y conciertos con reconocidos autores e intérpretes colombianos y figuras internacionales como Rubén Blades, León Giecco y Carlos Varela.
En las intensas jornadas hubo espacio para todas las voces, posiciones y opiniones, allí la diversidad se respetó, la ética cultural se apoderó de los escenarios y fue posible tener en un mismo espacio a personajes antagónicos ante un tema que no solo les compete a víctimas y victimarios, sino a todo un país: la paz.
Más de 130 mil personas cumplieron esta cita propuesta desde la cultura y el arte, para entender que la paz no depende de creencias religiosas, convicciones políticas o gustos sexuales, sino de la certeza de que es un asunto de todos y en el que todos tenemos que opinar, pero también actuar.
Esta Cumbre también dejó en claro que Colombia no está sola en esta búsqueda y que otros países que han recorrido el mismo camino están dispuestos a ser garantes desde su experiencia, pero con respeto porque son los colombianos quienes tienen que encontrar esa fórmula propia y el mecanismo para lograr una paz duradera.
Las conclusiones de la Cumbre
Las conclusiones que arroja la Cumbre son muchas pero quizá las más importantes refuerzan lo que se planteó desde el comienzo: que el arte y la cultura juegan un papel fundamental en el proceso de paz y que la sociedad necesita movilizar sus mentes, cuerpos y espíritus para construir una cultura de paz en la que todos puedan ejercer una ciudadanía libre y democrática.
Puntualmente se puede hablar de cinco temas concluyentes:
- Solicitar a la mesa de La Habana en pleno, por intermedio del Gobierno Nacional, que se abra un espacio para escuchar las propuestas de los artistas, gestores, líderes culturales y pensadores de la cultura del país en la mesa de negociación.
- Promover un foro permanente de políticas culturales para la paz de Colombia que esté integrado no sólo por artistas y gestores de la cultura sino por distintas instancias de la sociedad colombiana.
- Fortalecer la Red de artistas y pensadores por la paz de Colombia en Latinoamérica y continuar en la búsqueda de artistas del mundo que quieran sumarse al propósito de la paz en el país.
- La Cumbre de Arte y Cultura para la Paz de Colombia debe ir a las regiones del país y proyectarse a otras ciudades del hemisferio que quieran sumar sus movimientos culturales a la construcción de una cultura de paz en Colombia.
- Gestionar en espacios multilaterales y foros de integración regional la creación de una instancia de articulación promoción, fomento e integración de América Latina desde el arte y la cultura. Se propone que Bogotá impulse esta iniciativa y pueda proyectarse eventualmente como sede gestora de esta propuesta.
En La Habana se hace necesario escuchar también a gestores y líderes culturales regionales, a pensadores de la cultura que a través de su trabajo con la comunidad conocen mejor que muchos políticos y gobernantes lo que mueve a la gente de las regiones, escenario principal de la violencia en el país.
Sin duda, en esta Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia la sensibilidad de los artistas, su compromiso y facilidad para entregar el mensaje quedaron más que claros y las muestras de ello fueron muchas. Una de ellas, el efecto causado en el público asistente al lanzamiento del libro Mirar la vida profunda, del periodista y reportero gráfico Jesús Abad Colorado, quien contó en imágenes una guerra que parece ajena a las grandes ciudades, pero que está enquistada como un tumor en las regiones.
Por otro lado, se hicieron presentes los testimonios de las Madres de Soacha, quienes apoyadas por la argentina Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, narraron su inmenso dolor, no solo por la muerte de sus hijos sino por la apatía del Estado para esclarecer la desaparición y asesinato de sus muchachos y en la que pesa su origen socioeconómico.
Artistas que gozan de mucho reconocimiento en el medio colombiano demostraron que conocen a la perfección la realidad de su país, como se observó cuando siete artistas interrogaron a siete políticos. Fabio Rubiano, Nicolás Montero, Patricia Ariza, Santiago Gamboa, el hip hoper Dager Tibayá, el profesor audiovisual infantil José Alirio González y la periodista Soraya Bayuelo llamaron la atención sobre la importancia de que el gremio cultural haga parte de las conversaciones de paz y que el arte sea una herramienta en el postconflicto.
También cabe destacar el enorme apoyo recibido por la comunidad internacional a través de voceros del arte como la estadounidense Cynthia Cohen que invitó a los colombianos a entender el papel del arte en los procesos humanos y a pensar en lo que significa escuchar; o su compatriota Kevin Donovan (Afrika Bambaataa), quien compartió no sólo su música sino su historia en el mundo de violencia que vivió como pandillero en el Bronx, y Raúl Rosende, que habló de las experiencias vividas en su trabajo en misiones de paz en territorios en conflicto como el cercano Nicaragua y los lejanos Palestina, Turquía, Yemen o Siria.
También es el momento de agradecer a los más de 300 periodistas nacionales y extranjeros acreditados que hicieron de la cultura el corazón de las noticias tanto en Colombia como en otros países durante toda una semana, como hace mucho no se lograba. A los artistas de gran reconocimiento del Concierto de la Paz y del Festival Viva el Planeta, a los niños del proyecto CLAN, a la Filarmónica de Bogotá, y a todos aquellos que le apostaron a unir sus voces en mensajes de paz.
Se necesitarían muchas hojas de un libro para resumir lo que fue esta primera versión de la Cumbre, sin embargo, los esfuerzos ahora estarán mejor enfocados para hacer realidad sus conclusiones, poner en práctica todas las ideas como llevar la cumbre a las regiones del país y trabajar para lograr una integración cultural de América Latina.
La Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia fue posible gracias a la Alcaldía Mayor de Bogotá, en cabeza del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá, Idartes, entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.
La Cumbre en frases
- "Llevamos mucho tiempo sin hablar con nuestras opiniones y se trata de no desfallecer y de que esta cumbre se convierta en un verdadero movimiento cultural". Patricia Ariza, directora de la Corporación Colombiana de Teatro.
- "Hay muchas realidades del conflicto, los que lo viven, los afectados y los marginales del conflicto". Jaime Montaña, profesor de la Universidad del Bosque.
- "Hay que crear un centro cultural universal, algo así como las Naciones Unidas de las calles, una institución con el apoyo de los gobiernos". Afrika Bambaataa
- "Hay un gran nivel de cinismo sobre la política, pero las artes siguen ofreciendo un espacio en el que la gente se involucra con otros, y a muchas de las grandes mentes creativas se les da un rol para desempeñar". Jane Taylor, dramaturga.
- "Hacer la paz en nuestro país no es llevar a Colombia al cielo pero si sacarla del infierno". León Valencia, analista político.