Un conversatorio sobre la Nueva Ola Francesa a cargo del colectivo La Rendija y la proyección de la película Une vague nouvelle en Historias del cine. Un ciclo de cine obligado para los amantes del séptimo arte.
Es el año 1959 y el Festival de Cannes es inaugurado con Los cuatrocientos golpes de Francois Truffaut, un nombre conocido en los círculos de crítica cinematográfica francesa, y en cuyos escritos había alabado el trabajo de directores como Jean Renoir, Jacques Becker, Robert Bresson y desmitificado nombres como Henry Georges Clouzot, René Clement y Claude Autant Lara.
En su haber ya se encontraban dos cortometrajes, pero este era su primer largometraje y desde ese momento se avizoraba un gran futuro para el crítico devenido en cineasta. En este evento también se presentó otra ópera prima, Hiroshima mi amor de Alain Resnais y escrita por Marguerite Duras, por su parte Resnais no venía de la crítica, él ya había realizado cortometrajes experimentales y documentales, algunos en compañía de Chris Marker.
Estas películas no ganarían la Palma de Oro, que se lo llevaría finalmente Orfeu negro de Marcel Camus, Truffaut se llevaría el premio a mejor director y los dos filmes serían aclamados por el público y la crítica. De esta manera, irrumpía en el panorama cinematográfico mundial a uno de los movimientos más influyentes de la historia del cine, la Nueva Ola Francesa, que con mucha autenticidad y frescura cambió la forma de ver y hacer cine en el mundo.
Han pasado 60 años de este hito cinematográfico y durante todo el mes de agosto, el Cineclub de la Universidad Central presentó 15 películas emblemáticas del movimiento, acompañadas de una serie de cortometrajes que establecieron un diálogo armonioso, algunas veces, y tensionante, en otras, pero que le dieron al espectador alguna luz sobre la forma en que la Nueva Ola Francesa ha logrado mantener su vigencia hasta el día de hoy.
El movimiento
La Nueva Ola Francesa nace liderada por una serie de críticos cinematográficos que, cobijados por el legendario André Bazin y su revista Cahiers du Cinema, lograron desarrollar una teoría cinematográfica donde el autor debía ser la figura central y se sustentaba en la crítica del trabajo de directores como Howard Hawks, Alfred Hitchcock, Jean Renoir, John Ford y Orson Welles. De modo que desde la cinefilia refundaron las bases del séptimo arte.
Para estos jóvenes en épocas convulsionadas de posguerra, era necesario pensar el cine de otra manera, cuestionar el canon vigente y sobre todo devolverle la libertad y la espontaneidad a la imagen en movimiento, aquella que según ellos se había perdido por la tradición del cine de qualité, que había avasallado a la imagen en función del argumento. Mediante la crítica denunciaron aquella tradición cinematográfica que ganaba premios, aquel cine que era renombrado, pero de nulo valor artístico, según ellos, porque obedecía a una fórmula encabezada por guionistas que dejaban muy poco espacio para que los directores dejaran su sello en la obra.
Así es que, sin contar con los grandes recursos del cine de calidad, y en la búsqueda por hacer un cine de autor digno, la Nueva Ola Francesa logró cambiar paulatinamente el canon del momento y sus películas captaron la atención de críticos y festivales de todo el mundo. Posteriormente, Truffaut, Resnais y compañía, luego serían reconocidos como una gran influencia para cineastas que encontraron en esta política de autor, un refugio contra la avalancha hollywoodense que inunda hoy las salas de cine comercial de todo el mundo.
Las películas
El ciclo fue una gran oportunidad para conocer obras fundamentales de la historia del cine como Sin aliento, Los cuatrocientos golpes, Banda aparte, Hiroshima mi amor, Mis noches con Maud, Céline y Julia van en barco, entre otras grandes obras que moldearon un multiverso cinematográfico muy rico que en su momento renovó el cine francés.
Francoise Truffaut, Alain Resnais, Jean Luc Godard, Jacques Rivette, Agnés Varda, Erich Rommer, entre otros, fueron los encargados de hacer esta renovación, con temáticas y géneros muy variados donde la gran constante era la búsqueda de un estilo propio en cada uno de estos autores, quienes eran mundos muy distintos, pero con un solo espíritu, y este era el amor por el cine.
Así pues, el público ha sido testigo del movimiento que transformó el cine para siempre, en el mítico auditorio Fundadores que alberga al Cineclub más antiguo del país…